Bromas divinas
Un encuentro internacional en Italia reivindica el humor en las obras gráficas
El Joker ya está derrotado. El Pingüino se pudre entre rejas y cuando Catwoman salga de prisión le quedará muy poco de la ladrona joven y atractiva que le creaba dilemas éticos al caballero oscuro. Sin adrenalina ni retos, la depresión ha podido con Batman. El que fue un superhéroe aguarda sentado y cansado a que la vida le pase por delante. Su disfraz negro ajustado que desvelaba unos músculos perfectos ahora muestra la herencia de años y kilos de inactividad. El hombre capaz de acabar, él solo, con una banda de ladrones mira impotente el helado de chocolate que se derrite en su mano y cuelga de su boca. Parece el final de la esperanza para Gotham. Pero por suerte de sus ciudadanos, esta versión melancólica de Batman se llama Fatman, es una estatua y no protagoniza ningún cómic sino la 26 edición de la Bienal internacional del humor en el arte que Tolentino (centro de Italia) celebra hasta el 2 de octubre.
La idea nació en una pequeña ciudad de la mano de un médico y caricaturista
La idea nació en esta ciudad de 21.000 habitantes de la cabeza del médico de profesión y caricaturista por hobby Luigi Mari. En la primera edición de la Bienal, en 1961, participaron 53 artistas, todos italianos. Hoy los creadores seleccionados proceden de 23 países distintos (de Italia a Argentina, de España a China), aunque el mensaje sigue siendo el mismo. "Encontrar la clave de lectura irónica es la manera mejor de quitarle al arte su cortina de auto referencialidad", asegura Andrea Gualandri, director artístico de la Bienal de 2011.
La exposición reúne 58 piezas con el objetivo de sacarle una sonrisa al visitante y, por qué no, hacer que el mundillo se tome menos en serio. "En muchas exposiciones hay obras incomprensibles, como si los artistas fueran carbonarios que hablan entre ellos en código", tercia Gualandri. Las piezas de esta Bienal en cambio intentan transmitir un mensaje directo, un chiste bien contado. En Tolentino, un Papa Ratzinger alado y feroz castiga sin piedad a los pecadores, mientras que El grito de Munch observa extasiado las proezas de su equipo de fútbol. Al límite de la simpatía del creador solo se le añadía otro: el arte del Noveciento (tema de la Bienal 2011).
594 creadores de 61países aceptaron el desafío, en busca de la risa del jurado. Entre las 1.295 piezas enviadas había vídeos, instalaciones, esculturas, pero sobre todo cuadros. En todo caso, el género daba igual. "Los criterios eran la cercanía al tema y la habilidad artística", detalla Gualandri. Ganó El fetiche, un cuadro de Anastasia Kurakina que denuncia la falta de innovación de los artistas contemporáneos. Es decir, un asunto polémico. "El arte cómico no es solo entretenimiento. Puede transmitir un mensaje serio", sostiene Luca Beatrice, curador de la muestra Entre lo sublime y lo idiota, que con Fatman y otras decenas de piezas acompaña la Bienal.
En efecto, un cuadro que retrata al premier italiano Silvio Berlusconi en un burdel, acompañado por Hitler, Stalin y Mussolini alude con dureza a la realidad. "El artista es el bufón que puede decir que el rey está desnudo sin que le detengan", asegura Beatrice. Aunque no siempre la obra esconde un mensaje más profundo. Fucked bird, por ejemplo, no es ni más ni menos que el Correcaminos aplastado por un yunque. O "la revancha de los neuróticos que siempre hemos apoyado al coyote", cuenta divertido Beatrice. Salvo raras excepciones sin embargo el catálogo de bromas que hospeda el Palazzo Parisani Bezzi de Tolentino no provoca carcajadas. El visitante más bien sonríe. Debe de ser que, como dice Gualandri, "es mucho más complicado hacer reír que hacer llorar".
La situación de la cultura en Italia posiblemente logre provocar ambas reacciones. "Merece un llanto y una sonrisa. Al gobierno le falta previsión. Es justo que se financie la cultura, pero solo a los que valen de verdad", defiende Gualandri. Para Beatrice el Ejecutivo debería haber tenido más valor a la hora de recortar y reorganizar los gastos culturales: "Hay que optimizar los fondos con apuestas claras".
Pese al trágico desplome económico de Italia, Gualandri anima a sus compatriotas a no renunciar al sentido del humor: "Perderíamos nuestro lado mejor, el que tal vez pueda salvarnos". Como un superhéroe. Toda la UE espera que no sea Fatman.
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