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Arde una nave con bienes incautados a Pelopincho

La Guardia Civil investiga el origen del fuego que ayer convirtió en chatarra al menos cuatro vehículos, un camión y un barco que se encontraban en una nave precintada judicialmente y que pertenecían al narcotraficante José Antonio Pouso Rivas, Pelopincho, al que busca la Interpol desde hace dos meses. El incendio se desató pasadas las 9 de la mañana, en la nave situada en la parroquia de Cordeiro, término municipal de Valga (Pontevedra), en uno de los márgenes de la carretera comarcal que une Vilagarcía y Santiago.

El alcance de las llamas obligó a cortar el tráfico durante casi dos horas, cuando el incendio fue controlado solo quedaba en pie la estructura de la nave. En el siniestro fueron movilizados los bomberos del Salnés, Protección Civil de Valga, efectivos de la Guardia Civil y de la Policía Local que habilitaron accesos alternativos para desviar el tráfico entre Vilagarcía y Pontecesures.

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Culebras blanqueó durante 15 años 30 millones ganados con el narcotráfico

Fuentes judiciales no descartan que el fuego fuera intencionado, aunque por el momento desconocen su origen. No es la primera vez que un incendio pone fin a represalias o ajustes de cuentas entre narcos, incluso ha servido como método para destruir pruebas.

Pouso Rivas había sido detenido en 2005 en la operación Cormorán contra el blanqueo de dinero, cuyo juicio se celebró en junio pasado, y la nave era uno de los cientos de bienes intervenidos y que estaban precintados para ser decomisados por el Estado. Precisamente en Valga se había refugiado José Antonio Pouso cuando le buscaba la Policía para cumplir una condena por narcotráfico antes de ser capturado por blanquear más de 20 millones de euros en la compra de inmuebles. Para ello utilizó a cuatro de sus compañeras sentimentales de nacionalidad brasileña y a sus familiares más próximos.

Pleito de 30 testaferros

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Aunque las seis casas, 44 pisos y más de 36 coches a nombre de testaferros estaban incautados, el patrimonio intervenido no estaba custodiado ni controlado por una administración judicial. La mayoría estaba abandonado a su suerte y los enseres de fincas y chalés, así como los vehículos, se habían devaluado en estos 7 años de intervención.

Pelopincho se fugó nada más quedar en libertad condicional y dejó a 30 testaferros lidiando con la Justicia. Las multas impuestas por el tribunal que los condenó superan los 71 millones mientras los principales imputados se enfrentan a penas de seis años de cárcel que ya han recurrido.

CARLOS PUGA

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