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Crítica:FESTIVAL PORTA FERRADA | CHICK COREA. RETURN TO FOREVER IV
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El mago y su chistera

Chick Corea es como un mago a la antigua usanza, de aquellos que son capaces de cualquier prodigio con solo su chistera negra. Corea, siempre exhibiendo su contagiosa sonrisa dianética, saca su chistera. Nada por aquí, nada por allá. Coloca en ella los mismos ingredientes de toda la vida, incluso los nuevos son de los de toda la vida (¿por qué cambiar?). Golpea con su barita mágica y, ¡zas!, aparece algo totalmente diferente que, lógicamente, se parece a todo lo anterior pero despojado de cualquier señal del pasado. Un algo que vive en tiempo presente mirando descaradamente hacia el futuro.

Y siempre es así, una vez tras otra y Chick Corea es de los que nos visitan con una reiterada asiduidad. Cada una de sus visitas suena indefectiblemente a Chick Corea pero es distinta de las anteriores, conservando, eso sí, una capacidad de provocar el entusiasmo que está al alcance de muy pocos creadores.

CHICK COREA. RETURN TO FOREVER IV

Puerto de Sant Feliu de Guíxols Girona

28 de julio

Sobró virtuosismo de los cinco músicos, pero sin llegar a cansar en ningún momento

Esta vez Corea ha decidido sacar de su chistera una nueva reencarnación de su mítico Return to Forever. Hace un par de años reunió una de las formaciones clásicas de la banda pero no consiguió quitarse de encima un cierto toque setentero. Ahora, en cambio, ha refundado el grupo con la notable presencia del violinista Jean-Luc Ponty y de otro viejo conocido suyo, el guitarrista Frank Gambale. El núcleo duro se mantiene: el bajista y contrabajista Stanley Clarke y el batería Lenny White. Corea ha bautizado el invento como Return to Forever IV aunque sería discutible si es la cuarta o la quinta entrega de la banda, él sabrá.

El resultado es sencillamente apabullante. Su paso por el puerto de Sant Feliu de Guíxols en el 49 Festival de la Porta Ferrada fue como un ciclón. Los viejos temas de la banda sonaron con una insospechada intensidad y repletos de nuevas sugerencias en parte gracias a la presencia de Ponty que convirtió todas sus intervenciones en una clase magistral de cómo incorporar el violín, acústico o eléctrico, a una de las más potentes músicas contemporáneas.

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Los cinco músicos que estaban sobre el escenario son probados virtuosos y sobró virtuosismo pero sin llegar a cansar en ningún momento. Hasta las carreras circenses de Clarke encajaron perfectamente en el contexto. Un contexto cargado de vatios pero que, curiosamente, alcanzó sus puntos más álgidos en momentos casi acústicos, como en la composición de Ponty Renaissance o en una soberbia reinvención del clásico Romantic Warrior de Corea.

Al final, la apoteosis: el público en pie, no podía ser de otra manera, y el grupo recreando de forma magistral (una vez más Ponty en lo más alto) ese segundo movimiento del Concierto de Aranjuez que, por arte de birlibirloque, acaba convertido en el eterno e inevitable Spain. Como manda la norma en cada visita el mago Corea se saca un Spain nuevo de la chistera.

Return to Forever IV, un grupo para el futuro (si consiguen mantenerse juntos, claro).

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