Una apuesta de alto riesgo
La decisión de Griñán de convocar elecciones separadas presenta ventajas e inconvenientes - El electorado puede llegar agotado a los comicios de marzo
José Antonio Griñán ha decidido someter a los andaluces a una tercera elección en 10 meses. El 22 de mayo eligieron a sus alcaldes, el 20 de noviembre votarán al gobierno de la nación y, probablemente, el 4 de marzo elegirán al nuevo Parlamento andaluz. También ha decidido ir a la intemperie en sus primeras elecciones como candidato a la presidencia de la Junta, con la peor crisis económica conocida, con un paro de cerca del 30%, con un partido deprimido y en sus peores momentos, el desgaste de 30 años de poder continuado y con un caso de presunta corrupción en la Junta por el fraude en los ERE. Y es la juez del caso la que maneja el tiempo de la investigación penal.
En el PSOE hay opiniones para todos los gustos, aunque nadie se atreve a hacer afirmaciones categóricas porque los mitos electorales, tras el 22-M, se han derrumbado. ¿Beneficia al PSOE una mayor participación? No. ¿El votante del PSOE es incapaz de prestar su voto al PP? No. ¿Es imposible que el PP gane en Andalucía? No. Son las respuestas que dieron las urnas el 22 de mayo, en las que por primera vez el PP superó en votos al PSOE por 7,1 puntos. Hoy por hoy, el PSOE daría por buenísimo este resultado porque dejaría al PP sin mayoría absoluta y le permitiría seguir gobernando aunque en coalición con Izquierda Unida.
"Griñán y Arenas se juegan más que nunca su cabeza", dice Carmen Ortega
Griñán ha tomado una decisión política de alto riesgo que asume, para bien o para mal, él solo porque el electorado puede llegar a marzo agotado. Lo confía todo a sus propias fuerzas y a una especie de corazonada de que los andaluces no castigarán tres veces seguidas al partido en el que hasta el 22 de mayo siempre han confiado. Y también en que la crisis obligará a los gobernantes del PP en las comunidades autónomas, en los ayuntamientos y en el Ejecutivo central -no hay nadie en el PSOE andaluz que diga que Alfredo Pérez Rubalcaba pueda ganar, aunque sí "salvar los muebles"- a tomar duras medidas que acentuaría el contraste entre las políticas de derechas y de izquierdas. En explicar las diferencias es en lo que más va a insistir el PSOE de Andalucía. ¿Y de qué va a hablar el PP? "Hablarán por tierra, mar y aire del fraude de los ERE y del paro", aseguran los propios socialistas.
Muchos dirigentes comparten la opinión de Felipe González de que si gana, Mariano Rajoy no va a tomar ninguna medida de calado que asuste al electorado andaluz. "Los consejos de ministros van a estar dedicados a Andalucía y no va a hacer ningún ajuste hasta que se celebren las elecciones autonómicas", sostiene un dirigente nacional. El nuevo gobierno central debería estar operativo tras las Navidades, tiempo en el que Griñán disolverá el Parlamento andaluz, si la fecha es la del 4 de marzo.
Carmen Ortega, directora del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea), cree que el adelanto electoral a noviembre por parte de Zapatero es una decisión "suicida" para el PSOE. Lo dice por los datos de intención de voto del Estudio General de Opinión Pública de verano realizado por su instituto en los que la diferencia a favor del PP en Andalucía es de 15 puntos. En la estimación para el Parlamento andaluz, la diferencia se acorta medio punto. "No es una derrota ni digna y Rubalcaba no puede compensar esta sangría de votos". La analista política asegura que al PSOE andaluz le interesa las elecciones cuanto más alejadas de las municipales, mejor y también separadas de las generales en las que prevé un "voto de castigo" por la gestión de Zapatero. Sería el segundo tras las municipales. Ortega no cree en un tercer sopapo. "Una vez que pegas a tu hijo no le vuelves a pegar", mantiene. De esta opinión discrepa Eduardo Moyano, director del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía. "Quedaría muy poco tiempo para la reacción y no hay recorrido para que haya un desencanto con el Partido Popular y si lo hay sería muy poco significativo".
A la hora de analizar los inconvenientes de las elecciones separadas, Carmen Ortega cree que en esta ocasión tanto Griñán como el líder del PP andaluz, Javier Arenas, "se la juegan más que nunca". "Si Griñán va sin el respaldo de las generales y pierde, van a pedir su cabeza y si pierde Arenas, no le van a dejar repetir una quinta vez como candidato".
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