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FESTIVAL DE BARCELONA 2011

Adiós entre lágrimas

Ricardo Szwarcer se despide de un Grec en buena forma

José Ángel Montañés

Los 3.500 espectadores menos que este año han acudido a los espectáculos del Grec no empañan el resultado de la edición que concluye mañana con respecto a 2010. En plena crisis, los 116.511 espectadores han conseguido una media de ocupación del 66%, un punto más a la del ejercicio anterior. Una incongruencia que se explica por el hecho de que han sido menos las entradas puestas a la venta. "Ha sido un año excelente. El festival está consolidado, con una ocupación media superior a los teatros barceloneses. Conseguir estas cifras en siete semanas y sin una bolsa de abono, es un éxito", aseguró Szwarcer al hacer balance de esta edición y de sus cinco años de mandato.

Ayer, el tono de voz afable y sosegado de Szwarcer sonaba especialmente triste en su despedida, tras cinco años al mando del Festival de Barcelona. Al final, tras agradecer el trabajo realizado a su reducido equipo, no pudo contener las lágrimas que arrancaron el aplauso de todos.

Swarzcer aseguró que había cumplido muchos de los objetivos que se marcó en 2006: atender a una demanda plural, hacer un programa diverso y de calidad, apostar por disciplinas como el circo, -que incluso inauguró el festival en 2009- y crear la red Kadmos en colaboración con otros festivales europeos.

Entre los puntos negativos de su gestión aseguró que le hubiera gustado abrir el festival a otras disciplinas y potenciar la colaboración con festivales de referencia como el Sónar. Para el director saliente existen muchos modelos de festival, dependiendo de los objetivos, "nosotros hemos agotado el nuestro", dijo en referencia a los cambios que ha anunciado Ramón Simó, el nuevo director nombrado el martes.Los balances son, sobre todo, en cifras. Ayer, Ricardo Szwarcer, director saliente del Grec, acompañado del responsable de Cultura de Barcelona, Jaume Ciurana, ofreció los números de la edición de este año, que concluye mañana cuando baje el telón por segunda vez de las representaciones de Tragèdia, un poema visual basado en una obra de Nietzsche, que dirige Àlex Rigola.

Estos son algunos datos: 64 espectáculos -24 de teatro, 18 de música y 17 de danza, entre ellos-, la mayoría celebrados en el edificio de Montjuïc que da nombre al festival, pero también en teatros como el Lliure, el Nacional, el Coliseum, el Poliorama, el Tívoli o el Mercat. En total, 16 de ellos han agotado las entradas.

Globalmente los montajes de teatro nacional ganan en las preferencias del público (59%) a los internacionales (40%). Entre las obras preferidas figuran Luces de Bohemia, de Oriol Broggi -nombre que sonó para sustituir a Szwarcer- que ha llenado al 100% las 34 funciones en la Biblioteca de Catalunya; La caída de los Dioses, de Tomaz Pandur; Esperant Godot, de Joan Ollé y Julieta & Romeo, de Marc Martínez. Los más vistos en número de espectadores han sido Un tranvía llamado deseo, dirigido por Mario Gas (12.373) y Todos eran mis hijos, un Arthur Miller adaptado por Claudio Tolcachir (9.705).

Entre las sorpresas, una positiva: Contra la democracia, dirigida por el desconocido Carles Fernández, que ha conseguido un 97% de ocupación. Y otra negativa: I am the wind, de Patrice Chéreau, con solo un 29%. "El público es más selectivo y apuesta por ir a ver lo que conoce", excusó el director.

Manel, Goran Bregovic y Las Migas, fueron los conciertos de música más aplaudidos.

Una de las apuestas de esta edición ha sido la de las compañías de danza catalanas. El 63% de ocupación que han cosechado hace sentir satisfecho a Szwarcer. La sardana contemporánea de Cesc Gelabert, que inauguró la edición de este año, fue la más vista.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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