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Pantallas
Columna
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Antiverano

David Trueba

Buscamos el verano todo el año y, de improviso, aquí está ya. Hay quien piensa que quizá este año España podría ahorrarse el verano. Otros, más bien, creen que España prolonga el verano durante todo el año. Que a las preocupaciones más graves se enfrenta con relajo, falta de responsabilidad y vacaciones. No es tanto que los trabajadores se tomen un descanso merecido, como que el estado de ánimo es de temporada baja, de paso, volátil.

Es evidente que nuestro país hace rato que renunció a exigirse a sí mismo. Que la clase media que lo levantó se ha visto desbordada por una nueva desigualdad, donde el poder y la riqueza se concentra, impidiendo el desarrollo de los jóvenes y su acceso a las pretensiones razonables de una vida laboral plena o creativa. Que una nueva generación viva peor que la anterior, desprestigia al país. La antiinteligencia se ha salido con la suya y resulta molesto cualquiera que ofrezca una mirada crítica sobre nuestra circunstancia. Callar la disidencia ha sido la manera más fácil de fingir que esta no existe. No hicimos nada mal, sino que es la situación la que nos machaca. Todos aquellos que alzan la voz son crucificados y ridiculizados, como si solo ser futbolista te concediera voz, y para no decir nada. Existe una responsabilidad propia en lo que nos pasa. Heredamos la tradición ancestral del desprecio por lo único, lo particular, lo destacado.

En esa situación los suplementos veraniegos extienden su aceite bronceador sobre las gafas de ver. Son crema protectora frente a la quemazón de la realidad. Nadie sabe bien por qué todos los veranos se apuesta por la frescura, la sedante curiosidad por las proezas más absurdas. Lo inane cobra en verano la fuerza de lo imprescindible y tanto el romance de uno como el bañador de la otra se promueven como hitos sociales. Por eso sería fantástico imponer unos suplementos antiveraniegos, donde se rescataran desde entrevistas históricas a reportajes memorables, donde se entrevistaran a personas que piensan como si siempre fuera invierno, que insistieran en que puede llover en cualquier momento con sus reflexiones a destiempo. El antiverano es cada vez una promesa más firme. Pero buscamos el verano todo el año y, de improviso, aquí está ya.

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