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Reportaje:Música

Turismo de playa y festival

La música se convierte en un nuevo pilar de la oferta veraniega española - Muchas ciudades la usan para competir con destinos más baratos del Mediterráneo

El alcalde de Benidorm no podía ocultar su satisfacción el sábado pasado. En su última jornada el Festival Low Cost recibía la visita de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde. "Esto es un espaldarazo muy importante", decía muy sonriente el regidor, el socialista Agustín Navarro.

El compromiso del Ayuntamiento con el certamen también ha sido importante. Un acuerdo de cuatro años con la empresa organizadora con una aportación económica de 300.000 euros por edición (el presupuesto total es de 1.800.000 euros). El festival se celebra en la ciudad deportiva Guillermo Amor, gestionada por el municipio. A cambio, en su tercera edición se habían vendido un total de 35.000 entradas, la ocupación hotelera de apartamentos y campings había aumentado considerablemente, todos los taxis de la ciudad habían estado trabajando a destajo y los bares y restaurantes se llenaban de jóvenes con la pulsera del festival. "Esto es como tener el bar lleno y que además te venga una boda", decía el propietario de un local cercano al recinto. La recaudación se había duplicado, aseguraba.

Países como Grecia y Turquía no tienen una capacidad hotelera tan grande
Los responsables ya no son aficionados que quieren ver a sus grupos favoritos
Benidorm celebra tres festivales en julio, agosto y septiembre
"Nos asociaban al Inserso. Hacían falta los jóvenes", dice el alcalde

Un internauta desprevenido que teclease la palabra Benidorm en Google la pasada semana hubiera podido pensar que la ciudad levantina era la meca de la música en directo en España. No solo por el Low Cost, también por Electrobeach, un festival de electrónica, planeado para el 23 y 24 de agosto y por Turborock, dignísima convención de grupos de rock internacionales, que tendrá lugar en septiembre.

Sí, Benidorm es esa ciudad que de 1959 a 2006 fue la sede del Festival Internacional de la Canción, cumbre de la música ligera. El trampolín para las carreras de Julio Iglesias, Raphael o Django. Las huellas de esa época en la ciudad son aún palpables. De hecho, el escenario principal del certamen en el año 2010 estaba en el auditorio Julio Iglesias de la ciudad. "Estaba obsoleto", asegura el alcalde. "Había que cambiar. La ciudad se había asociado durante años al Inserso. Necesitábamos a los jóvenes".

La del año pasado fue la primera vez que el Low Cost se celebró en Benidorm, pero no la primera edición del festival. El certamen se estrenó en Alicante, en el año 2009. "Cambiamos porque necesitamos mucha implicación para poder competir. No solo económica, también de complicidad. La primera edición en Alicante fue un éxito, pero al Ayuntamiento no le interesaba", dice Daniel Sanchís, uno de los tres directores del evento.

El concepto marca que se va donde más la quieren es relativamente nuevo en este mundo, y no es casual, sino que se enmarca dentro de una nueva situación. El turismo clásico de sol y playa ha sufrido los embates de la economía. "Yo he hecho esto pensando en el turismo más que en la cultura", dice el alcalde. "Es fundamental que tengamos muchísima variedad. Otros países como Turquía y Grecia tienen el obstáculo de no contar con una capacidad como la nuestra. Solo en Benidorm hay 45.000 plazas de hotel. Intentar montar un festival como este en otra ciudad que no tenga infraestructura, es muy complicado. En eso estamos por delante. No podemos competir en los precios con otros países emergentes. Pero yo creo que España tiene capacidad para muchos festivales. Hay público".

Es un cambio de paradigma. Los festivales con más tradición aparecían allí donde podían. Es cierto que el FIB, 17 ediciones, surgió en otra villa con tradición turística de la costa levantina, pero salvo esa excepción la situación geográfica del resto es de lo más aleatoria. Son los casos de Contempopranea, en Alburquerque (Badajoz), también 17; Viñarock, 16, en Villarrobledo (Albacete); Sonorama, 14, en Aranda de Duero (Burgos); Primavera Sound, 11 ediciones, en Barcelona o el Azkena Rock, 10, en Vitoria.

Eran iniciativas más o menos locales, surgidas de la mano de aficionados que querían ver en sus pueblos a sus grupos favoritos, y que iban creciendo poco a poco gracias a la fidelidad de los asistentes y a la perseverancia de los organizadores.

Poco que ver con lo que ha pasado en los últimos años. Del sinnúmero de festivales que han surgido, una gran parte de los más potentes están en localidades costeras, o capitales de provincia que quieren potenciar su industria turística. Están por todas partes: desde el South pop, tres ediciones, de Isla Cristina (Huelva), a 15 kilómetros de la frontera con Portugal, se puede recorrer la costa. O el Monkey Week, también tres veces celebrado, en el Puerto de Santamaría. En Levante el SOS Murcia, cuatro ediciones y el Electromar, cinco, o el Arenal Sound de Castellón. Hasta Benicàssim se ha apuntado a la tendencia acogiendo además del FIB, el Rototom Sunplash, un certamen de reggae que hasta hace dos años se hacía en Italia. En el País Vasco es el BBk Live de Bilbao; en Cantabria, el Santander Music Festival; en Gijón, el Love Joy Club, y en Galicia, Vigo Transforma.

"Sí, está pasando. Los festivales siempre se han sustentando en las subvenciones, por suerte y por desgracia. La playa, el estar cerca del mar, atrae a la gente, eso es cierto. El problema es que la competencia es muy dura. El que más se implique, más conseguirá", dice el director del Low Cost. "Vamos a apostar fuerte. Hemos firmado por cuatro años a 300.000 euros anuales, pero nuestra intención es alargarlo. Me consta que Alicante, que lo dejó escapar, quiere recuperarlo. Pero ya no lo dejamos, es nuestro", remata el alcalde de Benidorm.

Un grupo de asistentes al reciente Festival Internacional de Benicàssim (Castellón), cuyo público es mayoritariamente extranjero.
Un grupo de asistentes al reciente Festival Internacional de Benicàssim (Castellón), cuyo público es mayoritariamente extranjero.SAMUEL SÁNCHEZ
Alice Glass, cantante de Crystal Castles, en un momento de la actuación del grupo en el festival Low Cost, en Benidorm.
Alice Glass, cantante de Crystal Castles, en un momento de la actuación del grupo en el festival Low Cost, en Benidorm.ALFREDO ARIAS

Festivales en primera línea de playa

- Electromar. (Costa Cálida, Murcia. 29 y 30 de julio). Moby es la apuesta para este año de un certamen que usa la playa como pista de baile.

- Arenal sound. (Burriana, Castellón, del 4 al 7 de agosto). Se celebra literalmente a la orilla del mar y cuenta con un cartel que va de Scissor Sisters a Canteca de Macao.

- Creamfields Andalucía. (Jerez de la Frontera, Cádiz. 13 y 14 de agosto). La excepción. Este festival de techno deja la playa para internarse en el Circuito de velocidad de Jerez. Las estrellas este año son Ritchie Hawtin y Armin Van Buuren.

- Leyendas de rock. (San Javier, Murcia. 13 de agosto). Constelación de estrellas del Heavy patrio que contará con la presencia de los grupos Obus y Barón Rojo, reunidas a orillas de La Manga del Mar Menor.

- Electrobeach. (Benidorm, Alicante 24 y 27 de agosto). En su segunda edición Ben Simms y Christian Varela son las estrellas de este certamen de electrónica pura.

- Turborock. (Santander y Benidorm. 2 y 3 de septiembre ) Matthew Sweet y Urge Overkill son las cabezas de cartel de este certamen bicéfalo de

rock n?roll.

- South pop. (Isla Cristina, Huelva. 9 y 10 de septiembre). Saint Etienne es la banda que ocupa la cabeza del cartel de este coqueto festival internacional en el que los artistas y el público comparten hotel.

- Monkey week. (Puerto de Santamaria, Cádiz. 28, 29, 30 y 31 de octubre). Mitad festival, mitad feria, la ciudad portuaria se llena de escenarios con bandas nuevas. Entre los grupos anunciados para este año se encuentran los franceses Herman Dune y Chain & The Gang.

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