_
_
_
_
ECOnami$mo
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'Tea parties' mortíferos

Mientras la Unión Europea salvaba los muebles con un acuerdo de última hora sobre la deuda griega, en Estados Unidos el presidente Barack Obama sigue negociando con la mayoría republicana de la Cámara de Representantes un pacto que evite la suspensión de pagos del país el próximo 2 de agosto. El problema es el mismo a ambos lados del Atlántico: la política con minúsculas impide tomar decisiones de calado y pone a la economía mundial al borde del abismo.

El ultraconservador Tea Party se niega a autorizar un aumento de la deuda pública de Estados Unidos si el Gobierno demócrata no se compromete a fuertes recortes sociales. En Europa, el partido conservador portugués llevó a su país al rescate al votar en contra un plan de ajuste que luego tuvo que aprobar, tras ganar unas elecciones anticipadas, con medidas más duras que las que negó al Gobierno socialista. Y en España, el Partido Popular sigue jugando a la contra de forma irresponsable en busca de un presunto triunfo electoral que le llevará, si llega a Moncloa, a plantear un plan de ajuste que incluya medidas que ha votado en contra. Distintas versiones de tea parties, americanos o ibéricos, cuyos resultados son mortíferos para sus países.

EE UU tiene que solucionar el problema para evitar un nuevo cataclismo mundial
Cuando los problemas llegan a un límite la oposición debe actuar con responsabilidad

Antes de nada, hay que aclarar que los responsables de la situación económica de los países son los gobiernos, no la oposición. El Gobierno griego es el que hizo contabilidad creativa durante años llevando el país a la ruina; o el portugués el que no supo gestionar la crisis; o el español, el que la negó primero y actuó con tibieza cuando se vio obligado a reaccionar ante la gravedad de la situación. Y, por supuesto, la administración estadounidense, que ha confiado en una recuperación económica, que sigue sin llegar de forma completa (como reconoció el jueves el presidente de la Reserva Federal, Ben Barnanke), para saldar sus deudas excesivas.

También hay que recordar que el debate político es la base de la democracia y que es lícito defender las posiciones propias ante propuestas del partido contrario.

Sin embargo, cuando los problemas llegan a un límite, los partidos de la oposición deben actuar con responsabilidad para evitar males mayores. ¿De qué sirve forzar un vuelco electoral sobre la base de la ruina de un país? Por eso, la actitud del Partido Republicano de Estados Unidos es incomprensible. Como lo es el último episodio protagonizado por la nueva presidenta de Castilla-La Macha, y secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aireando unas supuestas cuentas ocultas en la región (en un informe sin firmar por los interventores), que han encarecido de forma notable la última emisión de deuda del Estado.

Pero volvamos a Estados Unidos. La Cámara de Representantes, con mayoría republicana desde noviembre pasado, niega al presidente Obama que asuma más deuda por encima de los 14,3 billones de dólares que tiene en la actualidad. Sin ese nuevo endeudamiento, la Administración se quedará sin dinero para hacer frente a sus pagos a partir del próximo 2 de agosto. Desde ese día, Estados Unidos dejará de pagar a sus pensionistas y funcionarios, e incluso a los bonistas de todo el mundo (especialmente de China), que han confiado sus inversiones a la solvencia de la primera potencia económica mundial.

Detrás de esta negativa están los 40 congresistas norteamericanos que figuran bajo la disciplina del Tea Party, encabezados por el número dos de la Cámara, el halcón Eric Cantor. El partido conservador estadounidense piensa que tiene una oportunidad de oro para acabar con la carrera política del presidente Obama, para arrebatarle la presidencia en 2012.

La condición expuesta por los republicanos para admitir un aumento de la deuda es un compromiso para reducir el déficit fiscal en unos cuatro billones de dólares en diez años (más de 100.000 millones en este ejercicio). Este acuerdo sería asumible por los demócratas, siempre que esta reducción se lograra tanto con aumento de ingresos, como con recorte de gastos. Es decir, que además de eliminar programas de gasto, Obama propone aumentar impuestos a empresas petroleras y a los contribuyentes con más de 250.000 dólares de ingresos anuales.

Ahí es donde ponen la línea roja los republicanos: nada de subir impuestos. El sacrificio lo deben asumir solamente los beneficiarios de los programas sociales. Una jugada maestra desde el punto de vista político, porque esa es precisamente la base electoral de Barack Obama. Por eso, los demócratas trazan también su línea roja en los recortes sociales.

La pregunta que surge entonces es muy clara: ¿Cómo se puede reducir el déficit fiscal de Estados Unidos sin subir impuestos o recortar gastos sociales? Y La respuesta es igualmente nítida: es imposible.

Por eso, para llegar a un acuerdo es imprescindible, como siempre, que ambas partes de la negociación cedan algo en sus posiciones y se acerquen a un punto de entendimiento. Algo que siempre ha ocurrido en la historia de Estados Unidos. Lo importante es que la administración norteamericana no suspenda pagos dentro de quince días.

El corresponsal de EL PAÍS en Washington, Antonio Caño, informaba el pasado miércoles de que senadores centristas de ambos partidos habían iniciado una negociación al margen de la oficial, en la que buscaban fórmulas originales para zanjar el enfrentamiento con una solución sin vencedores ni vencidos. Entre ellas, una maniobra parlamentaria para autorizar el endeudamiento sin una votación nominal, o una compleja votación que recogiera el principio republicano de que se oponen a la deuda aunque la autorizan por responsabilidad o patriotismo.

Sea cual fuere la fórmula, Estados Unidos tiene que solucionar el problema y evitar un nuevo cataclismo mundial de muy difícil salida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_