Bengasi pide a las empresas españolas que regresen para reconstruir Libia
"Somos conscientes de que no basta con reconocer al CNT [Consejo Nacional de Transición] como representante legítimo del pueblo libio. Hay que prestarle ayuda financiera urgente y estamos estudiando todas las posibilidades". La ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, no quiso ir más allá, pero dejó abierta la puerta al desbloqueo de los fondos de Muamar el Gadafi congelados en España o a la concesión de créditos que utilicen los mismos como avales.
El jefe del Gobierno de los rebeldes de Libia, Mahmud Jibril, dejó claro que le es indiferente la fórmula, pero quiere acceder cuanto antes a esos fondos, cuya cuantía no quiso revelar para no incomodar a sus anfitriones. Más sorprendente fue que la propia ministra alegara ignorar su cuantía. Fuentes de la delegación libia la cifran en "miles de millones de dólares", mientras en la delegación española se habla de "cientos de millones de euros". La divergencia puede deberse a que el CNT contabiliza también los bienes a nombres de testaferros, las propiedades inmobiliarias y los pagos que la petrolera Repsol deposita en una entidad financiera en cumplimiento de sus obligaciones contractuales con Libia y que incrementan regularmente el montante congelado.
El primer ministro del Gobierno rebelde invitó a Repsol y a las constructoras españolas que operaban en Libia antes de la guerra a que regresen de inmediato e inviertan los fondos congelados en reconstruir el país; lo que difícilmente harán sin garantías de que no se enfrentarán a futuras reclamaciones. Para animarlas, Jibril subrayó que se respetarán los contratos firmados por el régimen de Gadafi con firmas extranjeras, siempre que no vayan "en contra de los intereses del pueblo libio".
Ante sus sucesivos interlocutores -la ministra Jiménez y el responsable de Política Internacional del PP, Jorge Moragas- el jefe del Gobierno de Bengasi reiteró el mismo mensaje: su situación financiera es calamitosa; el sistema sanitario y el educativo están al borde del colapso; y la escasez de productos básicos amenaza con agravarse ante la llegada del Ramadán. Aunque cada reunión del Grupo de Contacto sobre Libia -y van cuatro- se ha cerrado con una lluvia de promesas de millones, hasta ahora solo Turquía y Catar han materializado donaciones o créditos. Este último emirato se ha convertido en el patrocinador del Gobierno rebelde, al que incluso cedió el avión en el que Jibril llegó a Madrid acompañado por dos ministros: Ali Tarhuni, de Hacienda y Petroleo; y Najih Barakat, de Sanidad.
La gravedad de la situación la ilustra la lista de pedidos que la delegación trajo a Madrid: alimentos, medicinas (insulina, anestésicos, etcétera) y equipos para levantar las minas que Gadafi ha sembrado en torno a ciudades y complejos petroleros. "Un crimen contra las futuras generaciones", en palabras de Jibril.
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