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Reportaje:

Una explosión de color

Tolosa acoge una retrospectiva de Menchu Gal - La exposición recorre a través de retratos, bodegones y paisajes 70 años de carrera

El retrato de un arlequín, un óleo sobre lienzo, firmado por Menchu Gal en 1950 (Irún, 1919-2008), abre la exposición La alegría del color. La muestra, inaugurada ayer en el Palacio Aranburu de Tolosa recorre 70 años de carrera de la artista y estará abierta hasta el 10 de septiembre. El cuadro, "de gran impacto visual", según Edorta Kortadi, comisario de la exposición, viene a representar lo que Gal significa para la pintura española del siglo XX. "Conecta con los premios que se le concedieron y con su categoría, una de las primeras mujeres en representar con esta obra a España en la Bienal de Venecia", continuó el crítico de arte.

Retratista y paisajista, Premio Nacional de Pintura (1959), Gal pintó a lo largo de su trayectoria cerca de 600 cuadros, de los que una pequeña muestra, 45, se exponen ahora a modo de resumen de "una pintura fuerte, fauvista, entre cubista y expresionista, pero siempre vital, fresca y sintética. Menchu Gal pintaba como respiraba, de una manera profunda, lúcida y grácil".

"Pintaba como respiraba, de una manera profunda", según Edorta Kortadi
La muestra reúne 45 de las cerca de 600 obras que firmó la artista de Irún

La muestra, organizada por la Fundación Menchu Gal y la Kutxa, se articula a través de cuatro salas y los retratos, paisajes y bodegones expuestos sintetizan las influencias, estado de ánimo y convencimientos que jalonaron la trayectoria de la artista de Irún.

Las dos primeras salas concentran naturalezas muertas. "Ingenuas en sus comienzos, pero que poco a poco se impregnan de otras influencias", explicó Kortadi. Así, en Bodegón Gris (1945-1950) pinta una pipa, una botella, un vaso "que recuerda al Juan Gris cubista", según el comisario, reduciendo las formas a figuras geométricas "y respondiendo a lo que los museos y los entendidos piden, una pintura más intelectual y menos sensitiva". Por el contrario, en Bodegón de otoño (1970-1980), el color irrumpe con fuerza y toma protagonismo el interior de la escena.

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"Menchu tenía dos facetas. La de una mujer muy alegre, pero también solía caer en depresión. Sufre con la gran ola de la abstracción que se pone de moda en la Europa de los 70 y ella continúa en su sitio, fiel a la figuración, al ser humano y su entorno", apuntó el comisario de la muestra.

Precisamente, en gran parte de la producción de la artista dominan los paisajes de Navarra, Madrid, Castilla o el Cantábrico y entre ellos destaca Vista de Fuenterrabia (1960-1970). La visión del municipio guipuzcoano se caracteriza por "la influencia del fauvismo francés, el color por el color y las formas por las formas, y es uno de los temas que persiguen a Gal continuamente junto al Baztan", señaló el crítico.

La muestra se cierra con una pequeña colección de retratos y un recuerdo de Kortadi, amigo de Gal. "Una tarde me preguntó: ¿crees que mi pintura vale para algo?, ¿qué le interesa al mercado?, ¿que permanecerá?".

Una persona pasa ante la obra de Menchu Gal <i>Arlequín</i> <b>(1950) que abre la exposición </b><i>La alegría del color</i><b>.</b>
Una persona pasa ante la obra de Menchu Gal Arlequín (1950) que abre la exposición La alegría del color.JAVIER HERNÁNDEZ

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