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Crítica:DANZA | Ballet Imperial Ruso
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Contradicción y recortes

La compañía que se autotitula "imperial" (suponemos que en evocación nostálgica de los tiempos zaristas) ha venido a su cita madrileña mejor entonada. Su cuerpo de baile, aunque reducido, se muestra homogéneo y la plantilla de los hombres del coro ha sido radicalmente renovada. Ahora un grupo de jóvenes puja por hacerlo correctamente. La nueva producción de El lago de los cisnes tiene un singular dibujo moderno en los decorados, envolvente, de espesa filigrana monocolor que sugiere en sus telones tanto el palacio gótico como el paisaje del espectral lago encantado, apuntándose a la tendencia actual de hacer que las bambalinas sean las mismas a todas las escenas, cambiando solo el fondo. El vestuario es preciosista.

Ballet Imperial Ruso

Adaptación coreográfica y libreto: Gediminas Tarandá (sobre la original de Ivanov y Petipa); escenografía: Andrei Zlobin; vestuario: Anna Epatieva; luces. Natalia Markovich. Teatro Compac Gran Vía. Hasta el 31 de julio.

Lo peor es la manera de modificar el libreto arbitrariamente
No se es más moderno porque el ballet vaya más rápido o sea más corto

Poco a poco se ha ido aceptando la fluctuación de los cánones numéricos en las grandes formaciones de los ballets clásicos, aún con la conciencia de que el ideal de esos cuerpos de baile no debe bajar de entre 24 y 32 elementos (es el caso de Giselle, La Bayadera y El lago de los cisnes que hoy nos ocupa).

A veces por falta de bailarinas, otras de presupuesto para giras o del tamaño de los teatros, el caso es que encontramos menos cisnes en escena. Una cifra intermedia que permite preservar el dibujo son 16, (a la que se deben sumar los 2 grandes cisnes y los 4 cisnecitos). Todo lo que baje de ahí, no es de recibo. Pero en el caso de la versión de Gediminas Tarandá lo peor no es eso (que también), sino la manera de modificar el libreto arbitrariamente sin pensar que estamos tratando con una obra imperecedera y que debe ser respetada en su integridad, o al menos, en la mayoría de su lectura.

Tarandá hace que el pas de trois del primer acto lo baile el propio príncipe protagonista, un dislate que afecta dramaturgia y argumento.

No contento, suprime las variaciones dejándolo en ridícula circunstancia. También son borrados los dos grandes bailes de conjunto del segundo acto y el momento de los grandes cisnes solistas, así la tensión dramática se pierde y se precipita en un atropellado entra y sale de cisnes que agota de confusión del espectador.

No se es más moderno porque el ballet vaya más rápido o sea más corto. Hay un detalle positivo aunque no sean totalmente original: doblar el papel del bufón y agregarles evoluciones virtuosas en espejo.

En cuanto al reparto, el príncipe Sigfrido es asumido por Nariman Bekzhanov, conocida figura masculina principal del conjunto ruso, conserva una técnica limpia, un salto elegante y oficio de partenaire pero su energía no es la misma de antes. El doble papel de Odette-Odille (Cisne Blanco-Cisne Negro) ha sido la grata sorpresa de la velada: Yaroslava Araptánova es lo que se llama en el argot, un protocisne. Su línea responde al personaje y ella diferencia el estilo con aplomo tanto en el segundo como en el tercer acto, cuando debe cambiar de registro y pasar de la bondad al maleficio, del lamento a la seducción.

Araptánova se vio en dificultades con los 32 fouettés del Cisne Negro, pero apuró la secuencia por su pericia y aplomo, acabando gallardamente sobre sus puntas; su ventaja es su musicalidad, algo que cada vez va siendo menos común en las bailarinas clásicas y su concentración actoral. El Brujo Roothbart que ofreció Alexander Volkov fue potente en el salto y los efectos de pantomima tradicional.

Imagen de un momento de la representación de <i>El lago de los cisnes</i> por el Ballet Imperial Ruso.
Imagen de un momento de la representación de El lago de los cisnes por el Ballet Imperial Ruso.

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