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CLIC CLAC | TOUR 2011 | 14ª etapa
Columna
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La fuga y la subfuga

Preciosa etapa la que he disfrutado yo; no tanto la que han disfrutado los espectadores, supongo, si se esperaban movimientos trascendentes de los que están disputando la general. Desde ese punto de vista, a mí me ha parecido una etapa decepcionante y por lo que he hablado después de finalizar con otra gente, no soy el único de ese parecer.

Yo ayer tuve la oportunidad de vivir la etapa desde la moto, una de las perspectivas más parecidas a lo que puede ser vivirla de corredor, pero bastante menos extenuante y agónica. Vamos, un lujo.

Y la etapa salió desbocada, tal y como sucede a diario. Pero ayer, teniendo en cuenta el recorrido, además de tener fuerzas, había que ser muy valiente para lanzarse al ataque desde el momento del banderazo. El primero en hacerlo fue, ahí queda el dato para la esperanza, Sylvain Chavanel, felizmente recuperado para la guerra.

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Nada más salir se formó un grupo de 19 unidades que al cabo de poco dio caza al francés, y ya estaba formada la fuga buena del día. No obstante, por detrás, hubo quien se mostró inconformista, y otro grupo de seis corredores salió al alcance de este primero. Entre estos seis, tres del Movistar, que se dejaron la piel en el poco terreno llano que había para que Rui Costa pudiese enlazar con los de adelante, como al final sucedió.

Esto ocurrió en el Portet de Aspet, un puerto durísimo que debe su fama entre otras cosas al malogrado accidente de Casartelli, pero que en su modestia -un segunda categoría de poco más de cuatro kilómetros y poco más de 1.000 metros de altitud- es un puerto con mayúsculas; digamos que es un Urkiola, los que conozcan el puerto vasco saben de lo que hablo.

Pero claro, siendo un grupo tan numeroso, pasó lo que tenía que pasar: tira tú que a mí me da la risa. No hubo acuerdo por delante, así que la diferencia con un pelotón controlado por los hombres verdes de Voeckler nunca fue escandalosa. Por delante había intereses contrapuestos. Había quien pensaba en la etapa, quien estaba allí cumpliendo labores estadísticas -si va uno de este equipo tiene que haber uno nuestro, sobre todo pensando en la clasificación general por equipos-, y quien estaba en labores de puente, con la idea de estar por delante esperando un posible ataque de su líder por detrás. Así no se puede ir a ningún sitio.

Al principio fue el FDJ quién llevó el peso de la fuga, pero viendo la escasa colaboración, enseguida pasaron al ataque tratando de hacer una subfuga, una fuga de la fuga que -esta sí- tuviese opción de llegar. Así que a unos 100 kilómetros de la meta se desataron las hostilidades en ese grupo de 24, y tres corredores consiguieron distanciarse en primera instancia.

Luego fueron llegando algunos más.

El desacuerdo de ese grupo hizo cambiar la táctica del pelotón, y entonces fue el Leopard de los hermanos Schleck quien tomó las riendas del grupo, dando así un respiro a los compañeros de un Voeckler que, un día más, estuvo pletórico.

Y así se llegó a la base de Plateau de Beille, con mi amigo Rubén Pérez -un día más, Rubén en la fuga- en cabeza con una diferencia exigua, y con 16 kilómetros en el horizonte, los cinco primeros terribles. Y ahí comenzó el juego del gato y el ratón entre los favoritos. Nadie cedió, pero nadie ganó ventaja -si acaso un poco Samuel-, pues los dos segundos que sumó Andy Schleck son anecdóticos.

Me hubiera gustado ver ganar a Casar después del día que llevaba, pero no pudo ser. Pero bueno, al menos la victoria fue para Vanendert, que ya en Luz Ardiden se lo había merecido y se quedó con las ganas. Ahora quedan los Alpes y, Voeckler, comienza a ser una amenaza seria. Veremos.

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