Cultura contra los muros
Una gira llevó a la coreógrafa berlinesa Sasha Waltz, que hace poco representó Körper en Madrid, a Oriente Próximo y a fascinarse por Jerusalén
Una gira llevó a la coreógrafa berlinesa Sasha Waltz, que hace poco representó Körper en Madrid, a Oriente Próximo y a fascinarse por Jerusalén.
¿Por qué fueron?
El año pasado nos ofrecieron representar un espectáculo en Damasco, El Cairo, Ramala y Jerusalén, y no lo dudamos.
¿Cómo recorrieron la zona?
Íbamos todo el equipo en un autobús y fue un poco complicado porque cada vez que cruzábamos una frontera nos hacían bajarnos. Y cuando recorríamos Israel y Palestina nos hicieron cambiar hasta tres veces de vehículo.
¿Merece la pena aguantar el trastorno?
Queríamos hacer una actuación en Palestina reivindicando la esperanza de que la vida cambie allí. Llegamos hasta Ramala, aunque también actuamos en Jerusalén.
¿En qué zona?
Fue en el barrio árabe, en el teatro Nacional de Palestina.
¿Con público israelí?
Normalmente los israelíes no van allí, pero esa noche el teatro estaba lleno con gente de todas las culturas y religiones de la zona. Fue una experiencia muy fuerte.
Lo que más le impactó...
La capacidad de atracción del arte y su poder de convocatoria. Y cómo en su nombre se pueden superar diferencias que en un principio parecen irreconciliables.
¿Visitó sinagogas y mezquitas?
Estuve en varios templos de ambas religiones. Tanto unas como otras me parecieron lugares que significaban mucho más que una simple expresión de la fe. Aunque es cierto que la cultura local está impregnada de un fuerte fervor religioso.
¿Se puso pañuelo?
Lo usé por el calor y para poder entrar en algunos lugares. No me molestó usarlo, pero en el Muro de las Lamentaciones quedé impactada por las relaciones entre hombres y mujeres.
¿En qué sentido?
No pueden estar juntos para rezar. Las mujeres, a la izquierda; los hombres, a la derecha. Un muro evidencia la frontera entre géneros. Y luego el otro muro, el que separa Israel de Palestina. Un muro, siempre un muro...
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