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Columna
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Ser joven es difícil

Hace unos días un tuitero sandunguero mató al presidente Obama. Era totalmente falso, pero miles de personas -horrorizadas o aliviadas- creyeron que el presidente de Estados Unidos acababa de morir asesinado. Hará unos 20 años, un programa catalán de la 2 de TVE que jugaba a recrear telediarios mató al presidente Gorbachov, y solo lo creyeron aquellos -entre los cuales, me consta, algún político catalán- que ignoraban que aquel programa (Camaleó) era una parodia en clave de humor. Casi todo está inventado, también en periodismo, en el humor y entre listillos ultramodernos.

Es lógico que la gente sea cauta, pero el timo de la estampita sigue funcionando a la perfección. El magnate Murdoch, que posee un imperio mediático cuyo valor supera los 26.000 millones de euros, cierra el dominical más leído de Reino Unido, News of the World, como autocastigo ejemplar por haber espiado, interviniendo teléfonos y lo que hiciera falta, a ciudadanos corrientes. De paso, despide a cientos de empleados, tras haber borrado no menos de cuatro millones de correos electrónicos que la policía debía investigar. La guinda: los beneficios del último número van, ONG mediante, a aliviar el sufrimiento de los pobres de algún lugar del mundo. Murdoch emula con estos gestos -ah, uno de los accionistas fuertes del diario en cuestión es la Iglesia anglicana- el espíritu de lo que, en mi época, era el Domund. Quienes recogimos en nuestra infancia sellos y papel de plata para los chinitos y los negritos conocemos bien algunos secretos inconfesables de tal caridad.

Se trata del truco del almendruco: si una situación es definida como real, esa situación tiene efectos reales

La falsificación de la realidad, con todo, se ha convertido en algo mucho más sofisticado y difícil de detectar que en las dulces épocas del Domund. Héte aquí el fabuloso montaje del oráculo de Delfos contemporáneo organizado por las no menos memorables agencias, Moody's & Co: países arruinados, ciudadanos desesperados, catástrofes anunciadas componen el grueso de lo que podemos considerar un ambicioso ejercicio de profecía autocumplida.

Acudo, obviamente, a Wikipedia, para resumir la idea de profecía autocumplida. Según el sociólogo Robert K. Merton (1948) se trata de aquella "definición falsa de la situación que despierta un nuevo comportamiento que hace que la falsa situación original se vuelva verdadera". Añadiré que todo deriva del Teorema de Merton (1928): "si una situación es definida como real esa situación tiene efectos reales". Se trata del truco del almendruco: de cómo nombramos la cosa y cómo aparece esa cosa. Es hora de recordar lo obvio en su deriva cotidiana.

De ahí, sin duda, se deriva ese ejercicio de especulación a todo trapo tan propio de la Hispania -incluida Catalonia- contemporánea, país de tertulianos, oráculos y correveidiles. Se trata de que lo que yo especulo sea mucho más creíble y real que lo que tú especulas. Una lucha por imponer mi verdad.

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Quería escribir un artículo sobre lo difícil que es hoy ser joven y ya ven: me abruma cómo explicarles la complicada distancia entre ficción y realidad, entre palabras y hechos. ¿Qué capacitación se requiere para descifrar tantos oráculos, enigmas y afirmaciones temerarias? ¿Un ejemplo? Oí el otro día a Alicia Sánchez-Camacho (PP) decir que había pactado (con CiU) acabar con las embajadas catalanas en el mundo. Nada más lejos de la realidad: las embajadas tan solo cambiarán de función. Esto es lo que hay (austeridad en duda).

Estamos tan acostumbrados a este tipo de cosas que ni recordamos que Mariano Rajoy pide elecciones al menos desde 2004, con aburrida constancia. Por tanto, que las pida ahora solo es noticia para sus hooligans. Y algo más: esta insistencia tan temprana y constante hace que podamos preguntarnos legítimamente si don Mariano aceptó alguna vez el resultado de las urnas en 2004 y en 2008. Si miramos más atrás recordaremos el "¡Váyase, señor González!". ¿Solo valen las urnas cuando me votan a mí? ¿Esto es democracia?

No, los jóvenes no tienen fácil aclararse en este bosque de trampas de resabiados. Ni creo que les interese lo más mínimo. Pero nunca se sabe: Twitter y Facebook les ponen a prueba cada día. En cualquier caso: ¡menuda rentrée nos espera a todos!

Margarita Rivière es periodista.

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