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Reportaje:

Armadura de la Alhambra

El techo del Mirador de Lindaraja recupera el color

La restauración del techo del Mirador de Lindaraja, en el norte de la Sala de las Dos Hermanas dentro del Palacio de los Leones, supone la recuperación de una pieza única por sus características y un regalo para el visitante, especialmente para el que en estos meses pueda estar en Leones poco antes del mediodía. Es entonces cuando los colores violeta, melado, azul y verde de los cristales de la armadura recién restaurada se reflejan en las yeserías de esa pequeña estancia que es, sin duda, una de las joyas de los palacios nazaríes.

Sus ventanas bajas de doble arco, para contemplar el jardín sentado, caracterizan este espacio cuyo techo luce ahora su armadura de madera y vidrio. El Patronato de la Alhambra ha presupuestado la intervención en poco más de 74.000 euros y sus especialistas han estado un año trabajando. Hace 15 días que retiraron los andamios. Suciedad, cristales rotos, deformaciones u oxidación eran algunas de las patologías que presentaba la estructura abovedada.

El falso techo, a modo de linterna cenital, fue restaurado a mediados del siglo XIX por Rafael Contreras. Desde entonces se han hecho pequeñas intervenciones, pero no una de características similares a la que ahora ha concluido y que ha permitido obtener información nueva como los distintos tipos de peinazos (maderas), el modo de ensamble o la aparición de dibujos preparatorios para la talla que se corresponden con otros espacios de la Alhambra construidos como éste por Muhammad V.

"Se han documentado hasta 59 tipos de peinazos", explica la directora del Patronato, María del Mar Villafranca, que aclara que los vidrios "no son originales", sino del XIX, pero que sí se han podido conocer los colores tras compararlos con aquellos que están en el Museo de la Alhambra. Es la primera vez que se han analizado cualitativa y cuantitativamente vidrios de estas características.

La recuperación de la armadura permite ahora hacerse una idea de cómo fueron los cierres y celosías de la mayoría de ventanas de los espacios palatinos de la Alhambra e incluso otros palacios de la época. Tras la intervención, se ha dotado a este singular espacio de una iluminación especial para que en horario nocturno el visitante pueda percibir "la riqueza y cromatismo de la bóveda", apunta el jefe de Conservación de la Alhambra, Francisco Lamolda.

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