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La crisis del euro | La reacción europea

Moody's rebaja la calificación de Irlanda a bono basura

La agencia argumenta que hay riesgo de un segundo rescate con participación privada como el de Grecia

Miguel Jiménez

Primero fue Grecia, luego Portugal, y ahora le ha tocado el turno a Irlanda. La agencia Moody's anunció ayer a las 21.24 de la noche, hora peninsular española, que ha decidido rebajar la calificación de la deuda irlandesa un grado, lo suficiente para que se sitúe en Ba1, un nivel considerado de bono basura. La agencia advierte, además, que la perspectiva se mantiene negativa.

Los analistas de la agencia culpan, de alguna manera, a los dirigentes europeos por el modo en que están diseñando el segundo rescate de Grecia, con implicación del sector privado. La explicación de la rebaja es que Moody's ve cada vez una mayor probabilidad de que Irlanda necesite también un segundo rescate, es decir, que no esté en condiciones todavía de acudir a los mercados cuando el actual programa de apoyo de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluya a finales de 2013. A eso se suma "la creciente posibilidad de que se exija una participación de los acreedores del sector privado como precondición para ese apoyo adicional, en línea con las recientes propuestas de los gobiernos de la Unión Europea", explica el informe.

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A Moody's se le puede acusar de muchas cosas, pues no en vano es uno de los causantes de la crisis financiera, como dejó clara la investigación del Congreso de Estados Unidos, pero en esta ocasión de lo que no se le puede culpar es de no haber avisado. La agencia de calificación ya dijo que implicar en el rescate griego a los inversores privados no solo tendría consecuencias negativas para la calificación de Grecia, sino también para la de los otros dos países que han sido rescatados.

Tras la rebaja de la calificación de Portugal al nivel de bono basura de la semana pasada, a pocos le cabían dudas de que Irlanda sería el siguiente en la lista. De nuevo, se puede cuestionar la oportunidad de Moody's para elegir el momento en que publicar su decisión, en pleno contagio de la crisis a España e Italia, pero no parece fácil encontrar un buen momento para dar malas noticias en esta crisis. La publicación de la rebaja de calificación de Portugal provocó fuertes pérdidas en las Bolsas y los bonos de los países periféricos la semana pasada. La de Irlanda estaba más prevista, pero habrá que ver cuál es la reacción de los mercados. De momento, ayer agravó la caída del euro. Wall Street, que se movía en positivo en el momento del anuncio de Moody's, cerró poco más de media hora más tarde con una caída del 0,47% en el índice Dow Jones de valores industriales.

De nuevo, el informe de Moody's no se basa en argumentos sobre las cuentas públicas irlandesas ni sobre la ejecución de su plan de ajuste, sino en la hipótesis de que al país no le será posible acudir a los mercados y de que si, llegado ese caso, hace falta un segundo rescate, los inversores podrían tener que asumir pérdidas.

Moody's señala en su informe que Irlanda ha mostrado un fuerte compromiso con la consolidación fiscal y que ha, hasta ahora, cumplido con sus objetivos, pero señala que hay riesgo de que no lo haga en el futuro ante la debilidad de la economía irlandesa. La agencia también indica que el acceso a los mercados de Irlanda se podría ver dificultado por el riesgo de que en el futuro los inversores privados tengan que correr con pérdidas en caso de rescate. Ese acceso sería aún más difícil en caso de un impago desordenado de la deuda griega, indica la agencia.

Ese razonamiento hipotético, basado en posibles acontecimientos futuros, se repitió en el caso de Portugal y provocó en todo el país una fuerte indignación en un momento en que el nuevo Gobierno de centro derecha acaba de tomar posesión y está aplicando drásticamente los ajustes pactados con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

La indignación se extendió a buena parte de los países de la Unión Europea y a las autoridades comunitarias en Bruselas, que avanzan lentamente en una regulación más estricta para las agencias, a las que acusan de formar un oligopolio. Entre las voces críticas estuvieron las de los presidentes del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, y de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.

Michel Barnier, Jean Claude Juncker y Jean Claude Trichet, ayer en la reunión de Bruselas.
Michel Barnier, Jean Claude Juncker y Jean Claude Trichet, ayer en la reunión de Bruselas.OLIVIER HOSLET

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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