La abogada de 'los cuatro de Guildford' defenderá a Assange
Un tribunal de Londres decidirá si extradita a Suecia al fundador de Wikileaks
Julian Assange se prepara para un nuevo asalto en su dilatada batalla legal. El editor australiano comparece hoy ante el Tribunal Superior de Londres para evitar su extradición a Suecia. Esta vez, su suerte está en manos de la abogada Gareth Peirce, conocida por su participación en el caso de Los cuatro de Guildford.
La película En el nombre del Padre, protagonizada por Daniel Day-Lewis, amplificó el eco de ese caso en el que cuatro jóvenes fueron injustamente condenados por colocar una bomba en un pub de Guildford (Inglaterra) como miembros del IRA. Gareth Peirce -que en aquella película era encarnada por la actriz Emma Thompson-, es una mujer seriamente comprometida con la defensa de los derechos humanos. Está considerada como una gran experta en casos de extradición y, en particular, de personas reclamadas por Estados Unidos. También es conocida por su participación en el caso de Jean Charles de Menezes, el brasileño confundido con un terrorista que murió acribillado por las balas de la policía en el metro de Londres, dos semanas después de los atentados suicidas del 7 de julio de 2005.
El famoso caso judicial se recreó en la película 'En el nombre del padre'
La justicia sueca le acusa de violación y de varias agresiones sexuales
Assange se presenta junto a su nueva abogada ante los jueces Thomas y Ouseley, que examinan el recurso que presentó el pasado 1 de marzo su anterior equipo de letrados. Las autoridades suecas le reclaman para que declare como sospechoso de un delito de violación y tres de agresión sexual. Cuatro cargos que provienen de su viaje a Estocolmo el pasado verano. El más grave corresponde al episodio que denunció Miss W., una de las dos mujeres que le acusan, que afirma que Assange intentó mantener relaciones sexuales con ella sin preservativo mientras estaba dormida. Es decir, que lo hizo sin su consentimiento. La pena por este delito en Suecia puede llegar a cuatro años de prisión.
El pasado 24 de febrero, en el Tribunal de Magistrados de Belmarsh, el juez Howard Riddle sentenció: "Suecia es el mejor lugar para determinar si Julian Assange cometió algún tipo de delito". Y aceptó así la petición de extradición de las autoridades suecas. Pero los abogados del editor australiano no tardaron en plantear recurso, argumentando que Assange corre el peligro de no recibir un juicio justo en territorio sueco.
La fiscal británica Clare Montgomery, que representaba a la acusación sueca en Belmarsh, sostuvo en todo momento que la justicia sueca actuó de acuerdo con el derecho internacional y que Assange no se mostró muy dispuesto a colaborar con la justicia en sus días en Estocolmo.
A la defensa de Assange se han sumado varios miembros del colectivo de Anonymous, que amenazan con acciones contra la policía y la justicia británicas. Se trata de ataques a los sistemas informáticos de la policía y la Justicia y de dos entregas de información "explosiva" y comprometedora para ambas instituciones. Protestan tanto por la posible extradición de Assange como por las escuchas ilegales realizadas por el extinto tabloide News of the World. "Será el día más grande en la historia de Anonymous", reza un tuit de @anonymouSabu.
El nuevo asalto judicial durará hoy y mañana. Si el Tribunal Superior desestima el recurso, al equipo legal de Assange le quedaría la opción de pedir permiso al juez para llevar el caso al Tribunal Supremo. Esto solo ocurre en caso de que la defensa pueda probar que hay algún aspecto del juicio de importancia pública que aún no ha sido tratado. En última instancia quedaría el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, aunque podría hacerse al tiempo que la extradición.
En el entorno de Wikileaks se insiste en que este proceso pretende facilitar una demanda de extradición ulterior de las autoridades de EE UU. Aspecto negado una y otra vez desde Estocolmo. Assange celebró el domingo su 40º cumpleaños en una fiesta privada en la mansión de Vaughan Smith, su protector en suelo británico. Su proyecto de escribir unas memorias ha sido frenado en seco: el editor teme que puedan ser utilizadas en su contra por las autoridades de EE UU.
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