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Crónica:TOUR 2011 | Novena etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Luis León, con dos pedaladas

El español del Rabobank gana con clase una etapa marcada por el atropello de Flecha y Hoogerland

Carlos Arribas

Iban seis en fuga, pero a la meta solo llegaron tres. A dos se los llevó por delante un coche y otro confesó que se escapó por escaparse, pero que solo en el intento se quedó seco. Todo llegando a la ciudad antigua de Saint Flour, en el macizo del Cantal, por carreteras estrechas y valles frondosos bucólicos contaminados por el aire envenenado del Tour desorbitado, que ensucia todo lo que toca.

Pudo más su efecto negativo que el sentido lógico del ciclismo, que el Tour había convertido en una rutina: el día fue un síntoma y una señal de que lo excepcional se ha instalado en medio de la desmesura y el gigantismo de la carrera, aunque el resultado inscrito en las hojas de clasificación -etapa para Luis León Sánchez, amarillo para Thomas Voeckler- parezca una conclusión típica para una etapa típica de media montaña -accidentada, dice el libro de ruta del Tour, que no conoce la ironía-, de transición y alegría.

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Todos están de los nervios

Era una fuga de sospechosos habituales. De un par de corredores franceses, de Voeckler y Casar, que en estas etapas, y en el campeonato nacional, encuentran una justificación a toda una carrera profesional, el sentido de su vida; de un escalador holandés, Hoogerland, del que dicen que está un poco zumbado y que está loco por el jersey de la montaña; de dos ciclistas españoles.

De Flecha, que la víspera decía que se estaba divirtiendo como nunca, un discurso único en una carrera en la que los corredores se han acostumbrado a contar solo miserias; de Luis León Sánchez, que se había escapado para darle moral a su equipo, el Rabobank, y a su líder, el sobrio Gesink, que anda hecho unos zorros por las caídas. De ellos cinco, cuatro, todos menos Hoogerland, que debuta en el Tour a los 28 años, ya habían ganado etapas similares en fugas parecidas con compañeros del mismo tipo. De hecho, hace un año, a Luis León le batió Casar al final de una fuga.

Como en una película de terror psicológico, de esas en las que en mitad de una vida idílica, la semilla del mal, la insidia, empieza a crecer de una manera inadvertida hasta que todo lo destruye, así pasó.

Primero de manera imperceptible, cuando la terrible caída en cabeza del pelotón en el descenso peligroso del Pas de Peyrol, el primer puerto duro de todo el Tour, a más de 100 kilómetros de meta, les dio a los fugados tres minutos más inesperados de ventaja.

Después, de manera brutal, el mal estalló en las carnes de Flecha, que cayó al suelo de espaldas, y de Hoogerland, que voló hasta acabar aterrizando, figura patética, descompuesta, piernas arriba en una alambrada erizada de espinas que se clavaron en sus piernas, las de un ecce homo entonces. A los dos les atropelló un coche asesino que se dio a la fuga. Su conductor, nervioso, apresurado, mientras los adelantaba, para evitar un árbol dio un volantazo contra los ciclistas.

El accidente no inmutó a Voeckler lo más mínimo -"solo pensaba en el maillot amarillo, que le esperaba en la meta", dijo Luis León-, quien siguió como si nada, sin mirar para atrás, forzando a sus compañeros de fuga a seguir -"ha sido terrible", dijo Voeckler, "me podía haber pasado a mí, de hecho me rozó la caída"- so pena de regalarle todo al pequeño francés.

En la cuesta final fue fácil para Luis León Sánchez, simplemente con dos pedaladas de clase, desembarazarse de los dos franceses y ganar su tercera etapa en el Tour.

Luis León celebra la victoria de etapa.
Luis León celebra la victoria de etapa.LAURENT REBOURS (AP)

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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