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Prórroga al tren Vigo-Oporto El servicio seguirá igual hasta octubre

El clamor social de la última semana consiguió revocar, como en 2005, la decisión de Comboios de Portugal (CP, operadora equivalente a la Renfe española) de suprimir la línea ferroviaria Vigo-Oporto, que hoy ofrecería el servicio del último tren en ese recorrido, según se anunció. Empresarios, sindicatos, alcaldes y asociaciones transfronterizas y de usuarios de uno y otro lado de la frontera dieron la vuelta con sus protestas a esa decisión. Frente a la anterior inhibición de la Xunta en el problema, el conselleiro de Infraestructuras, Agustín Hernández, despachó ayer como una "buena noticia para los vecinos de Tui" la prórroga del servicio.

CP anunció el pasado domingo la supresión del servicio ferroviario hasta Vigo -lo mantendría entre Oporto y Valença do Minho- por las pérdidas que le estaba suponiendo, concretadas luego en unos 235.000 euros anuales. Tras el revuelo levantado durante toda la semana por esa decisión, el jueves por la noche CP lanzó un envite que puso la pelota en tejado de la Administración española: ampliaría en dos kilómetros el recorrido y cruzaría el Miño, hasta Tui en lugar de Valença.

La movilización social da la vuelta a la decisión de cancelar la línea

A la estación de Tui, convertida por CP en terminal, no llega ningún tren de recorrido nacional o regional de Renfe, que tienen parada en Guillarei, a varios kilómetros. El trasbordo, en esas condiciones, solo añadía complicaciones para Renfe y así ayer el secretario de Estado de Transportes, Isaías Táboas, confirmó que el servicio Vigo-Oporto se mantendrá hasta el 30 de septiembre "tal y como funcionaba hasta ahora", es decir, con dos trenes en cada sentido, operados por CP, pero cuyos costes de explotación en la parte española serán asumidos por Renfe, que a su vez "buscará con qué material y servicios" mantendrá esa conexión a partir del 30 de septiembre, si con trenes propios (entre Vigo y Tui) o de CP en un acuerdo de solución conjunta.

La oposición criticó durante la última semana el escaso interés que se tomó la Xunta en el asunto. Hernández expresó el lunes su comprensión con la decisión anulatoria de CP por cuanto la línea, del siglo XIX, se había quedado obsoleta y sólo era utilizada por "algo más de 5.000 pasajeros al año" -no suman una cantidad extraordinaria, pero son el triple, según los datos que después facilitó CP- y, sobre todo, porque el mantenimiento de la línea era competencia del Ministerio de Fomento, como insistió ayer.

Tampoco el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, expresó mayor interés en buscar salidas urgentes a la situación, aplazando sine die las posibles soluciones a la agenda de una reunión con el nuevo primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, en la que tratarán las conexiones ferroviarias entre ambos países.

Pero la marea social, de un lado, y la presión política por el otro -singularmente del BNG, que trasladó el asunto al Congreso de los Diputados como una proposición no de ley- dieron como resultado esa prórroga del servicio, que solo ha de ser, según los diversos protagonistas interesados, un primer paso para su conservación definitiva.

La infraestructura, efectivamente, está obsoleta y todos coinciden en que esta es la causa original de su fracaso comercial, a la que se añaden otros colaterales como horarios y frecuencias, que dificultan convertirla en una alternativa moderna de movilidad mientras 3.000 turismos cruzan diariamente el puente internacional de Tui.

El sindicato ferroviario de CGT reclamó ayer un plan de inversiones de los Gobiernos español, gallego y portugués para electrificar la línea y que los trenes puedan circular a 160 kilómetros por hora, lo que reduciría la duración del viaje a menos de la mitad (ahora, casi tres horas y media). Es la idea que defienden el Eixo Atlántico y otras organizaciones y que probablemente se concrete durante la prórroga

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