Que la realidad no joda un titular
Quería escribir -llevaba tiempo en ello- sobre la cantidad de veces que los políticos dicen que hay que sentarse a hablar y las pocas veces que hablan. Dime de qué presumes y te diré de qué careces. Vale el refrán. Quería escribir de eso que La Codorniz resumió en una frase que se me quedó grabada desde el primer día que la leí. Era aquella famosa sección Tiemble después de haber reido. Y decía: "Échese a temblar cuando alguien comience un discurso diciendo 'voy a ser breve".
Quería hablar de todas esas pequeñas o grandes cosas consuetudinarias que acontecen en la rúa como también decía La Codorniz. Pero un picor me recorre el cuerpo desde que he leído el escándalo de News of the world, un aguijonazo más a esta profesión tan noble de contar lo que pasa o tan vil de contar lo que no pasa o lo que queremos que pase.
Esta profesión está llena de asertos, frases hechas, chanzas y dimes y diretes. Ahora me acuerdo de una de uso común, irónica, por las redacciones: "No dejes que la realidad te joda un buen titular", solemos decir cuando la comprobación de una noticia te arruina la historia que tenías en la cabeza con las primeras noticias. Esa y no otra es la frontera del periodismo, frontera traspasada hace mucho tiempo por el sensacionalismo, primero, y por la prensa rosa, después, donde el dinero, en ambos casos, es el inicio de la noticia.
La prensa rosa ha descubierto que la mentira es más suculenta que la verdad, que la verdad no vende y que el conflicto aúpa los corazones. Los intervinientes en este territorio (a lo que dudosamente se puede calificar de periodismo) saben que una mentira es el preámbulo de una querella y una querella perdida es la mejor garantía de contratación previo pago a cambio de decir lo necesario. Una vez más, que la realidad no te joda un buen titular.
Pero el tabloide inglés ha ido más lejos, siempre se puede ir más lejos en todo, siempre se puede avistar el precipicio hasta... caerse. Murdoch ha decidido cerrar su tabloide en una actitud que le honra, obligado por los acontecimientos. El periodismo nunca puede extralimitar la intimidad de los ciudadanos, ni alterar sus emociones, ni sus declaraciones y, mucho menos, las investigaciones policiales. Puede adelantarse a ellas, nunca alterarlas para que la realidad...no te joda un buen titular.
El precipicio tiene limites. En España también, aunque todavía el coche se ha frenado en sus bordes, como una parálisis de Thelma y Louise. Motivo de reflexión esto de News of the world, primer caso donde el exceso se convierte en una condena definitiva. Conviene que quienes viven del insulto, la calumnia, el todo vale, el jugueteo de las emociones, tomen nota. El titular no lo es todo porque al final puede que tu realidad no joda tu propio titular.
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