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Reportaje:

"Siento no haber salvado a la madre"

El joven marroquí que socorrió a la hija de la mujer asesinada en Hernani pide ayuda psicológica - Acudió en auxilio alertado por los gritos

Chaib Azzouzi, un marroquí de 31 años sin trabajo y sin papeles en regla desde hace cuatro años, es el rostro de la persona que salvó la vida de Yolanda Sánchez Román la madrugada del domingo. Como muchos sábados por la noche, Azzouzi se encontraba en el exterior del bar Txema, ubicado en el centro de Hernani, tomando algo con sus amigos cuando oyó gritar a una mujer. No se lo pensó dos veces. Salió corriendo hacia donde venían los gritos, a unos 70 metros del local, un Kebab donde se reúne la comunidad musulmana de la localidad guipuzcoana.

Cuando Azzouzi llegó se encontró en plena calle a un hombre en el suelo de rodillas golpeando a una mujer con saña. No se imaginaba que la estaba acuchillando. "Es imposible quitarme la imagen de la cabeza. Fue terrible. Lo ves en las películas pero no es lo mismo. Es muy duro verlo", explica conmocionado.

Azzouzi llegó en 2001, pero lleva cuatro años sin trabajo y sin papeles

El joven se abalanzó sobre el presunto asesino de Rosario Román de la Fuente y le golpeó justo en el momento en el que se disponía a atacar a la hija de la víctima. En el forcejeo el presunto asesino le hirió en el brazo. Azzouzi no consiguió evitar que el agresor hiriese con el cuchillo a la hija de la víctima. "Llegó un amigo mío y se quedó taponando la herida de la joven para cortar la hemorragia porque sangraba a chorros mientras yo salí detrás del asesino".

Habla aturdido y nervioso. Lleva dos días sin dormir y ha pedido apoyo psicológico. Se ha puesto en contacto con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Hernani pero aún no tiene una cita concertada.

Azzouzi lamenta sin cesar no haber podido salvar a la madre de Yolanda. Ayer visitó en el Hospital Donostia a la joven a la que salvó la vida. Ésta se encuentra fuera de peligro y se recupera de las lesiones sufridas por la perforación de uno de los pulmones. "Fue muy emocionante verla. Me agradeció lo que hice. Pero siento no haber salvado a su madre", insiste.

Pide poder fumar para calmar los nervios. Echa de menos a su familia que se encuentra en Nador, una ciudad a 15 kilómetros de Melilla. No quiere hablar de cómo llegó a España en 2001. Los gestos de su cara revelan las vicisitudes vividas para cruzar el Estrecho de Gibraltar.

Azzouzi llega acompañado de Elena, una amiga que le cuida estos días y amiga de la víctima. La madrugada que sucedió el crimen, Rosario y Yolanda se encontraron en la calle con la hija de Elena que venía de las fiestas de Lasarte. Tenía que relevar a su madre que trabaja limpiando de madrugada sociedades en Tolosa y así cuidar a su hermano pequeño. "Rosario y Yolanda subieron a casa para esperar un taxi e irse a su casa. En un banco de la calle Charo se encontró a su expareja tumbado y le pidió que se fuera y le dejara tranquila", recuerda.

Desde la ventana la hija de la víctima comprobó que el agresor no estaba y decidieron bajar. Pero el presunto asesino no se había ido. Les acechaba y les esperaba para cumplir con las amenazas.

Chaib Azzouzi muestra las heridas sufridas tras el forcejeo con el presunto asesino de la última víctima de la violencia machista en Euskadi.
Chaib Azzouzi muestra las heridas sufridas tras el forcejeo con el presunto asesino de la última víctima de la violencia machista en Euskadi.JESÚS URIARTE

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