Antonio Delgado Porras, defensor de los derechos de autor

Antonio Delgado Porras (Málaga, 1934) falleció la madrugada del viernes en Madrid a causa de un infarto. Hace solo siete años había esquivado in extremis el mismo tren que en esta ocasión se lo ha llevado. Fue durante la celebración de los cursos que la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) organiza junto a la SGAE para la formación en América Latina, y que aquel año se celebraban en Perú, país, como todos los de la región, donde la admiración por el Maestro era inmensa. Un reconocimiento nada casual, pues Antonio tuvo un importante papel en el desarrollo de buena parte de sus legislaciones de propiedad intelectual (es el caso de México o Chile) y sobre todo de sus entidades de gestión.

Sus primeras aportaciones a esta rama del derecho tuvieron lugar a mediados de los años setenta, cuando ingresó en los servicios jurídicos de la SGAE, de los que acabaría siendo letrado jefe. Desde su concepción humanista del derecho de autor, y con un conocimiento profundo tanto de la doctrina clásica española como de la internacional, fue uno de los principales redactores del anteproyecto de la vigente Ley de Propiedad Intelectual. Entre los años 1981 y 1985 formó parte de la delegación española en los comités de la OMPI y entre 1987 y 1988 participó en las reuniones del Grupo de Estocolmo para la preparación de un eventual protocolo al Convenio de Berna. También integró el comité de expertos de la OMPI que condujo a la celebración de la conferencia diplomática que aprobó los tratados de la OMPI sobre Derechos de Autor (WCT) y sobre Interpretación o Ejecución de Fonogramas (WPPT). Asimismo fue asesor del Ministerio Cultura para la transposición al ordenamiento español de varias directivas europeas.

Entre los años 1985 y 2005 integró la Comisión Jurídica y de Legislación de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), que presidió entre 1997 y 2001, siendo hasta la fecha el único español que ha ocupado el cargo. También fue presidente de la Asociación Literaria y Artística para la Defensa del Derecho de Autor (ALADDA,rama española de la ALAI), consultor para América Latina de la OMPI y miembro honorífico del Foro Iberoamericano de las Artes. En reconocimiento a sus valiosísimas aportaciones al derecho y su franca vocación de servicio público, el Rey le concedió en el año 2000 la Encomienda con placa de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio.

Desde el año 2005 presidía el Instituto de Derecho de Autor, institución dedicada al estudio y difusión de esta materia. Allí decidió recopilar y publicar buena parte de sus escritos, que van desde asuntos tradicionales como la relación entre los derechos de autor y los derechos conexos, hasta los de mayor actualidad como las medidas tecnológicas de protección o la puesta a disposición de obras y prestaciones a través de Internet.

Pero siendo tan brillante como jurista y tan ubérrima su aportación al desarrollo de la legislación, de la doctrina y de las herramientas de gestión y protección del derecho de autor, cualquiera que haya tratado con él recordará hoy por encima de todo su inmensa calidad humana. Año tras año trataba directamente con los numerosos estudiantes que completan su formación en la SGAE y en el Instituto de Derecho de Autor, y se sentaba a transmitirles sus inagotables conocimientos con toda cercanía y generosidad. Era un hombre capaz de ganarse al instante la simpatía y el cariño de cuantos se acercaban a él, entregándose a ayudar a todos con rigor, honestidad, humildad y el humor que siempre le caracterizó. Acompañado en todo momento por su inseparable Lola, con quien parecía unirle un eterno noviazgo más que 50 años de matrimonio, por su hija y por sus nietas, nos ha dejado un hombre extraordinario al que, en su segunda e inexorable visita, no ha perdonado esta vez el infarto. Descansa en paz, queridísimo Antonio.

Pablo Hernández Arroyo y Ricardo Gómez Cabaleiro son abogados y discípulos de Antonio Delgado Porras.