La oportunidad perdida de Alfredo P.
El próximo 9 de julio era la fecha elegida, pero ahora ya no se sabe. El plan del nuevo candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, pasaba primero por ser elegido sin confrontación interna y con gran unanimidad y consenso; por superar luego el trago de un debate de la nación que llegaba en una de las peores circunstancias políticas para el partido; y por alcanzar finalmente la fecha de su proclamación en un acto de especial relevancia pública liberado del supuesto lastre de ser y ejercer de portavoz del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero algo ha cambiado.
Lo primero que ha cambiado, de modo muy anecdótico, ha sido su tarjeta de presentación en ese acto que se celebrará el 9 de julio en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. El tarjetón pone Alfredo P. Rubalcaba. Atención a la novedad y a la conmoción infantiloide. Dicen en el PSOE que esa gran operación de imagen no les ha costado un duro. ¡Ole! Que es puntual y que no tiene por qué marcar una línea estética de futuro. Pero ayer resultó muy rentable, casi un trending topic. Logró, durante un rato, que no se hablase del túnel en el que habitan el PSOE, Zapatero y el propio Rubalcaba sobre cuándo es mejor para el candidato dejar el Gobierno o convocar las elecciones. Porque esa prerrogativa del aún presidente Zapatero ya no le corresponde tomarla en solitario. El problema es ahora que todos esos planes parecerán que llegan con el pie cambiado. Forzados. Y más tras la intervención pública, ayer, de Felipe González, el gran referente. González soltó lo de que Rubalcaba debía haber dejado ya el Ejecutivo y esa bofetada llegó al corazón del candidato, con el que le une una larga y próspera relación. No le sentó bien. Sabía que González había cambiado de posición pero nunca pensó que lo iba a expresar públicamente y menos en este momento.
¿Y ahora qué? Confusión. Incertidumbre. Quinielas y elucubraciones veraniegas.
Algunos compañeros de Gabinete sí lamentan que Rubalcaba no haya aprovechado para anunciar su salida del Gobierno mucho antes, porque ahora va a parecer que lo hace a remolque. Alguno ha llegado a defender la original idea de que podría haber sido nombrado portavoz parlamentario (José Antonio Alonso recuperaría ahí la cartera de Interior para estos meses finales) para aprovechar la jornada final del debate para arremeter contra Mariano Rajoy y ganarle ya un primer debate antes de su enfrentamiento en la campaña de 2012. Otros, más cercanos a Zapatero y Rubalcaba, ven peregrina esa idea si de lo que se trata es de proteger al candidato y desligarlo de las reformas electoralmente incómodas.
Él, mientras, refunfuña, o calla o replica. No quiere tantos consejos. Tiene su estrategia y sus cálculos. Escribe y revisa su discurso. Y otea.
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