_
_
_
_
Crítica:POP | Ricky Martin
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mejor, sin aditivos

Enrique Martín Morales es un hombre afable, cautivador, capaz de vender cien millones de discos, habituado a pasarse la vida ante grandes auditorios, bailongo, dueño de un cuerpo que -a sus casi cuarenta años- para sí quisiera el común de los mortales y lo bastante valiente, últimamente, para llamar a las cosas por su nombre. Con este bagaje aterrizó anoche Ricky Martin en el Palacio de los Deportes para presentar su gira Música Alma Sexo ante un aforo de unos 8.500 espectadores, nada desdeñable. Todo parecía bajo control, salvo por un pequeño detalle: las canciones no siempre parecían el elemento primordial del espectáculo, convertido más en un musical que en un concierto.

Sí, ya sabemos que la parafernalia cuenta. Y mucho. Pero la prevalencia de las coreografías en esta gira es tal que los instrumentistas parecen acorralados en los laterales y el fondo del escenario, como si de un engorroso estorbo se trataran. Las coreografías lo dominan todo desde la primera pieza, Será será, que Martin interpreta encaramado a un andamio y termina dejándose caer desde tres metros para que le recojan sus bailarines. A partir de ahí no se suceden los temas, sino los números: el de los moteros (Dime que me quieres, una desdichada versión de Bring a little loving, de Los Bravos), el de las chicas con látigo (Frío), el de los amantes enmascarados (I don't care mash up). Y así sucesivamente.

Más información
La gira más coreográfica de Ricky Martin

Martin luce (estupendo) pechito sudoroso desde la tercera canción, It's alright, pero también sus dos guitarristas se muestran en ese momento descamisados, para que el espectáculo sea integral. Los desnudos, que nadie se nos asuste, no lo fueron. En cambio, nadie pareció reparar en que el sonido fue, durante más de la mitad de la velada, una auténtica lata. En todas las acepciones.

En realidad, el puertorriqueño tiene las suficientes tablas como para ganar muchos puntos cuando se muestra cálido y cercano: con la sabrosura caribeña de Lola Lola y Pégate, la ternura sentimental de Tu recuerdo o esa reciente reivindicación arcoíris que se titula Basta ya. Éxitos como She bangs y hasta Livin la vida loca sonaron desfasados, antiquísimos. Como casi todos, Ricky gana puntos cuando se muestra sensual y sincero. Sin tanto aditivo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_