Donde Paul Auster compra libretas
Tres paseos muy personales de la mano de los hosteleros españoles en la capital portuguesa
Hincarle el diente a un filete de atún, rebuscar entre muebles de anticuarios, mirar de frente el arte más subversivo y terminar el día surcando el río Tajo. Los dueños de estos tres establecimientos hoteleros ofrecen los lugares imprescindibles de sus rutas personales por el centro de Lisboa.
01 Playas salvajes
Emilio Castillejos, dueño del hotel Chafariz d'El Rei, valora el sentimiento de libertad que le da Lisboa. Le encanta perderse por las calles de Alfama y escuchar los sonidos del fado de cada tasca por la tarde-noche. "Aunque vayas todos los días, cada vez descubres nuevos matices". Por allí se encuentra A Baiuca (Rua de São Miguel, 20; 00 351 218 86 72 84), una tasca portuguesa donde recomienda probar bacalao y ginginha (licor típico de guindas). Y luego, a subir. "Hay que llegar al mirador de Santa Lucía y tomar algo en las terrazas de Las Puertas del Sol viendo las espectaculares vistas del Tajo".
En el barrio del Chiado le gusta tomar cruasanes de la pastelería Benard (Rua Garrett, 104; 00 351 213 47 31 33). "La primera vez que los probé me quedé alucinado. Son únicos". A dos pasos se encuentra la librería Bertrand (Rua Garrett, 73-75; 00 351 213 47 61 22), "la más antigua de la ciudad, donde puedes sentarte tranquilamente en los sofás y echar un vistazo a todos los libros que quieras". Después de leer, Emilio Castillejos recomienda acercarse al Teatro Nacional San Carlos (Rua Serpa Pinto, 9), que en verano organiza óperas al aire libre. Para la cena, no se lo piensa: aconseja Lisboa a Noite (Rua as Gaveas, 69; 00 351 213 46 85 57), un restaurante de estética moderna e interiores con sabor antiguo. "Es único el atún frito o a la plancha. Yo siempre pido lo mismo. Ya me conocen y ni me preguntan". Las copas hay que tomarlas, según Emilio, en Favela Chic (Rua do Diário de Noticias, 66), un bar pequeñito y acogedor con "las mejores caipiriñas de Lisboa". Para terminar de dejarse llevar, el dueño del hotel Chafariz d'El Rei apunta como esencial las playas cercanas a la capital portuguesa: "Son fantásticas las del pueblo de Caparica y la Playa do Meco. El agua está fría, pero te acostumbras. Son de arena blanca, salvajes, con dunas. Las mejores de todas las que conozco de Europa".
02 Pan riquísimo
A Carmen Rendé (a la derecha), propietaria junto con Natalia Tubella de la Casa das Janelas com Vista, hay que pararla cuando habla de Lisboa. "Ay, es que todo es tan bonito". Su ruta por Lisboa comienza en la Padaria Príncipe Real (Rua Dom Pedro V con Rua da Rosa). "Esta panadería está regentada por un matrimonio de viejecitos que venden cruasanes, tostas de jamón cocido y queso y pan muy tosco, pero riquísimo", se exalta. Luego un paseo. "En la zona del mirador de San Pedro de Alcántara encuentras anticuarios que venden lo que no te imaginas. Aquí hemos comprado casi todo el mobiliario del hotel".
Por las tardes le gusta acercarse a la librería El Palacio del Papel, en el número 12 de la Calçada do Combro ("donde Paul Auster compraba sus libretas e ideal para llevarse cuadernos y agendas"), y al Teatro del Barrio Alto, en el 1 de la Rua Tenente Raúl Cascais ("donde organizan conciertos de jazz y samba y proyectan películas"). ¿Y para llenar el estómago? "El Museo de la Farmacia (Rua Marechal Saldanha, 1; 00 351 213 40 06 80) tiene un restaurante con vistas al Tajo y sirve una mezcla de cocina portuguesa, francesa y brasileña. Son tapas, pero como se te ocurra pedirte dos no te las acabas". Si se prefiere marisco, la dueña de la Casa das Janelas com Vista recomienda Casa Ramiro (avenida Dom Rodrigo de Cunhas, 5): "Sin turistas. Lo mismo te encuentras gente encorbatada que el obrero del andamio". Si se prefiere una opción más refinada, Papa Sorda (Rua Atalaia, 59; 00 351 213 46 48 11), donde hay que pedir A Sorda, "una especie de migas que se hacen con sobras y pueden ser de pescado o de gambas". Para terminar el día, la coctelería 100 Maneiras (Rua do Teixeira, 3), un lugar de estética moderna para tomar margaritas y gin-tonics, y Puro Vicio (Rua do Cascais, 5), para entrar en conexión con la música brasileña en directo.
03 Un jardín salvaje
Los jardines de la capital portuguesa le dan vida a María Ulecia, dueña del hotel Mi Casa en Lisboa. Resalta dos: "Uno es el Jardín de Torel, muy cerca del elevador de Lavra, que la gente no conoce y se encuentra en la Rua de Júlio de Andrade. Es un sitio encantador para ver las puestas de sol. El otro es el Jardín Botánico de la Universidad Politécnica, en la Rua Escola Politecnica, 58. Es salvaje, desordenado y decadente". A María le gusta recorrer las mercerías de la Rua Conceiçao, en La Baixa. "Encuentras todo lo que necesitas para coser, aunque creas que ya no existe". Muy cerca de allí se sitúa A Conserveira de Lisboa (Rua dos Bacalhoeiros, 34), para comprar conservas de pescado.
A María le va lo artístico y tradicional. Por eso se deja caer por la tienda de artesanía ArteFacto, en Calçada da Graça, 10, "donde hay desde pájaros de lata que realiza un señor muy mayor de un pueblo perdido hasta un san Antonio de seis centímetros que me compré hecho con una cerilla y metido en una ampollita de cristal". El recorrido continúa por A Vida Portuguesa (Rua Anchieta, 11; 00 351 213 46 50 73; www.avidaportuguesa.com), una tienda con cerámica tradicional, jabones y objetos del pasado. Para ponerse al día de las corrientes artísticas emergentes en pintura, escultura, dibujo y audiovisuales, María acude a la Plataforma Revolver (Rua da Boavista, 84, 3º, sala 5). Y por el río Tajo se pasea de vez en cuando con la empresa Marlin Boat (00 351 919 27 55 09. Precio: 15 euros travesía en lancha y 20 en velero). "Cuando llegas a la plaza del Comercio parece que estás en Venecia". La cena para un día tan ajetreado es en Piteu (Largo da Graça, 95; 00 351 218 87 10 67), "con las almejas más ricas de Lisboa", según María Ulecia. Su elaboración es parecida a la marinera, pero con cilantro y un pelín de mostaza.
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