En Lisboa, como en casa
Un palacete recuperado con mucho mimo y otros dos hospedajes abiertos y regentados por españoles. En la ciudad blanca encontraron el lugar donde cumplir sus sueños
Alfama, Barrio Alto y Graça son tres barrios deliciosos de Lisboa, cargados de historia, donde sobreviven establecimientos y artesanos que dejaron de existir hace tiempo en muchas ciudades. Estos tres barrios albergan tres hoteles, bien distintos en diseño y concepto, pero con algunos puntos en común. Todos están regentados por españoles, y los tres se alejan de la oferta turística tradicional.
CHAFARIZ D'EL REI
Emilio Castillejos, madrileño de 38 años, es el propietario de Chafariz d'El Rei, un palacete con una espectacular vista al Tajo situado en Alfama, el barrio más antiguo de Lisboa. La entrada al edificio es por una de las callejuelas (travessas) empinadas que ocultan más de una sorpresa arquitectónica. Este hotel es una de ellas. Tanto los espacios comunes -biblioteca, salón de los espejos, sala árabe, sala de caza, comedor, terraza jardín- como las seis suites (de 45 a 150 metros cuadrados) son una amalgama de estilos. Neoclásico, neobarroco o neoárabe coexisten con art déco y detalles ultramodernos. Luz, colores, vidrieras, azulejos...
"El mayor reto fue combinar el estilo original con lo moderno. Dónde colocar el aire acondicionado, la calefacción, el cableado... Se trataba de tener todas las comodidades sin tocar nada de lo antiguo". Del clasicismo de un salón de tonos pastel con grandes arañas, columnas y piano de cola a las suites con sofás, cómodas, alfombras y lámparas atrevidas.
Castillejos compró hace cinco años el palacete erigido a principios del siglo XX por José Antonio Santos, un portugués que emigró a Brasil para hacer las Américas, y que a su regreso "construyó un edificio de nuevo rico para exhibir su éxito". Tras la revolución de abril de 1974, fue alquilado a unos despachantes de aduanas para evitar que el palacete fuera "ocupado". Y así hasta que lo compró el joven Castillejos.
La restauración de los 1.800 metros cuadrados habitables duró dos años y fue llevada a cabo por especialistas de la Fundación Espírito Santo. "Estaba en un estado lamentable. Fue un trabajo minucioso de muy alto nivel", dice con orgullo el actual propietario. La inversión total ronda los cuatro millones de euros. Imposible de amortizar, según reconoce el dueño, que tiene en mente comprar un edificio colindante que está abandonado, para convertirlo en un hotel anexo al palacete. "No admitimos a nadie sin reserva previa", explica. "Es un concepto de hotel privado". Y tan privado. Es mediodía. Mientras nos entretenemos en el pasillo central bajo un amplio tragaluz de grandes vitrales, una pareja británica, recién duchados los dos, abandona una de las suites. "Aquí, muchos clientes salen poco y apenas ven Lisboa. Es un lugar que te atrapa, que invita a quedarse", dice Emilio Castillejos.
La clientela es plurinacional. "Brasileños, rusos, franceses, estadounidenses, alemanes, italianos. Gente de clase alta". Cómo no. Pregunto al propietario por la crisis y el rescate financiero del país acordado con los organismos internacionales. "Desde que conozco Portugal, siempre ha estado en crisis. No creo que vaya a peor. Nos hemos encontrado con clientes norteamericanos que reconocen haber descubierto la existencia de Portugal gracias al FMI".
CASA DAS JANELAS COM VISTA
El día empieza en la cocina, un lugar abierto e informal, con un buen desayuno alrededor de una gran mesa de roble. Al lado, una sala luminosa, de suelo de hormigón, con sofás, sillas y mesas de café, dos ventiladores de techo, una gran foto de una vía de tranvía, y la recepción, a cargo de Edla, retornada de Mozambique, que es el alma del negocio. En un extremo de la sala ha quedado un andamio de las obras, reconvertido en elemento decorativo.
Son los espacios comunes de la Casa das Janelas com Vista (casa de las ventanas con vista), un hotel en la zona más tranquila del bullicioso Barrio Alto. En la vecina Rua dos Caetanos, se escuchan las notas de piano, violín, viola o trompeta que salen del Conservatorio de Música. Carme Rendé, de 48 años, y Natalia Tubella, de 46, emprendedoras catalanas procedentes del mundo del interiorismo, inauguraron el hotel la Semana Santa pasada. Cada una tenía vida profesional propia, hasta que decidieron asociarse en este proyecto-sueño. Doce habitaciones dobles, de suelo de madera, varias de ellas con una vista espectacular a la basílica de Estrela, al Tajo, al puente 25 de Abril y al monasterio de los Jerónimos.
"Compramos el edificio hace cuatro años. Estaba abandonado. En los bajos hubo en una época un taller de cestería", explican. "Era un zulo, totalmente oscuro. Conservamos la estructura, hicimos una rehabilitación bastante conservadora". Durante dos años, compraron muebles, lámparas, y accesorios en distintos lugares del mundo. Todo está muy pensado, cubrecamas, almohadas, mantas, con gusto y sin toques pretenciosos. El arranque ha ido sobre ruedas, con una clientela en la que abundan pintores, escritores, cineastas y artistas. "Queremos que esto crezca, con actividades culturales, como presentaciones de libros, sesiones fotográficas, talleres... Hoy tenemos una sesión con una cantante de fado".
La idea inicial era comprar un edificio y reconvertirlo en apartamentos de alquiler. "Nos enteramos de que el Ayuntamiento daba ayudas para hoteles en predios abandonados, para rehabilitar zonas de la ciudad". En un día cambiaron de idea y decidieron construir "una casa de huéspedes". "Queríamos que la gente se sintiera en su casa. Siéntase lisboeta en Lisboa". Carme y Natalia buscaban "huir de la globalización". Creen haberlo conseguido, al menos siempre que están en la ciudad. "Cuando vengo a Lisboa me pongo de buen humor", confiesa Carme. "La luz, el ritmo...". Viven entre Barcelona y Lisboa. Como negocio, es sostenible, "pero limitado", dicen con una sola voz. Por ello, ya están pensando en comprar un edificio lindante que está abandonado, que permitiría ampliar el hotel y abrir un restaurante.
MI CASA EN LISBOA
"Mi profesión es hacer cosas que me divierten", dice María Ulecia, extremeña, de 46 años. Y lo que le divierte ahora es tener huéspedes en su casa. "Trabajé de directora de arte hasta que me cansé. En el mundo del diseño tenías un cliente durante tres meses. Si te caía un estúpido, te lo comías todo este tiempo. Aquí tienes un cliente tres días". Lo cuenta en la terraza de Mi Casa en Lisboa, su coqueta vivienda de dos plantas, buhardilla y jardín, en el barrio de Graça, al pie del cuartel e iglesia, con vistas al castillo de San Jorge.
De entrada, uno no creería que esta casita de miniatura tiene cuatro habitaciones dobles más la de la propietaria. El recién llegado recibe invariablemente la bienvenida de Lola, una simpática perra schnauser. La paz del lugar, el ambiente familiar y el desayuno son los platos fuertes de este bed and breakfast. "Lo preparamos todo en casa", dice Ulecia. "El yogur natural, los panes, los bollos, el tomate confitado con queso de cabra...".
"En Mi Casa en Lisboa, la gente se siente como si estuviera en la casa que le ha dejado un amigo", cuenta la propietaria del alojamiento. En cada habitación hay una libreta para que los huéspedes cuenten sus experiencias en Lisboa. "Estoy preparando una miniguía de Lisboa, a partir de mis recorridos callejeros y las conversaciones con los vecinos, la señora que vende flores, el señor que vende fruta, con gente que vive y conoce el barrio".
La anfitriona explica con una pizca de orgullo que su hotelito ha salido en la contraportada del diario The Guardian "y en lugares impensables". La consecuencia es que ha recibido huéspedes "muy peculiares", como "el director del ballet de Escocia, los organizadores del Festival Hay de Polonia, una responsable de ventas de la marca de manzanas Pink Lady, fotógrafos, arquitectos".
María Ulecia se ha enamorado de Lisboa, de su dimensión humana y, sobre todo, de su barrio. "En Graça, la realidad que vivo es una maravilla. Todas las mañanas paseo hasta el Mirador de la Señora del Monte. ¿No es fantástico que la gente del barrio te llame por tu nombre? Como la brasileña Celma, la cajera del supermercado". Piensa un instante y reconoce que quizá le encanta vivir en Lisboa porque vive "a contracorriente". "Me relaciono mucho con portugueses, pero vivo a la mía. Y todos los días, poco o mucho, veo el cielo azul".
A finales de año, la "Casa" cerrará sus puertas para ganar espacio y convertirse en un hotelito de 10 habitaciones. A través de La Lola, su empresa de gestión turística, María Ulecia administra también un negocio de apartamentos de alquiler en un edificio rehabilitado en La Baixa. "Me dicen, qué valiente eres, con la crisis que hay... Y no tengo ninguna formación en hostelería".
Guía
Información
» Turismo de Lisboa (www.visitlisboa.com).
Cómo ir
» Easy Jet (www.easyjet.com) vuela de Madrid a Lisboa por unos 75 euros (en verano) y desde 40 a partir de septiembre. De Barcelona a Lisboa, por 110 (en verano) y 65 en septiembre.
» Air Europa (www.aireuropa.com) vuela de Madrid a Lisboa por 45 euros en verano y por unos 80 a partir de septiembre.
» Vueling (www.vueling.com) Vuela de Barcelona a Lisboa, por unos 50 euros en verano y por unos 120 euros a partir de septiembre.
Dormir
» Hotel Chafariz d'El Rei. Travesía Chafariz d'El Rei, 6. Lisboa (www.chafarizdelrei.com; 00 351 918 97 33 76; booking@chafarizdelrei.com). Cinco suites de 45 metros cuadrados a 65 metros cuadrados. Precios: la doble, entre 180 y 260 euros, con desayuno.
» Casa das Janelas com Vista. Rua Nova do Loureiro 35. Barrio Alto, Lisboa (00 351 213 42 91 10; www.casadasjanelascomvista.com; info@casadasjanelascomvista.com). 12 habitaciones, de 90 a 130 euros.
» Mi Casa en Lisboa. Calçada do monte, 50, Lisboa. (www.micasaenlisboa.com; info@micasaenlisboa.com). Tres habitaciones y una buhardilla. Estancia mínima dos noches. Tarifas: 200 euros, dos personas por dos noches.
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