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Reportaje:

Una copia que mejora al original

El Fiat Freemont supera al Dodge Journey, el modelo del que deriva, y es un familiar amplio, cómodo y práctico - Estrena motores, interior y un tacto más refinado - Desde 24.450 euros

Marcos Baeza

El Freemont es el primer Fiat que nace de su asociación con el grupo Chrysler. En realidad se trata de una adaptación del Dodge Journey realizada por la marca italiana, y lo mejor es que consigue superar al original. Estrena motores turbodiésel a la última, que solventan el funcionamiento tosco y ruidoso de la mecánica del Journey; tiene un interior mucho más cuidado y añade, además, una conducción más refinada, con mejor tacto, confort y silencio de marcha. La evolución sienta muy bien y convierte al Freemont en un familiar completo y con precios interesantes.

Por lo demás, el nuevo Fiat mantiene el diseño y planteamiento mestizo del Journey, que combina soluciones de los todoterrenos y los monovolúmenes. Así, la carrocería mantiene el estilo de los primeros y el interior incluye la configuración típica de los últimos, con siete plazas repartidas en tres filas (2+3+2).

El Freemont ya está disponible desde 24.450 euros (incluido un descuento del 8%) y, por su dualidad, puede competir con modelos de varios tipos: monovolúmenes grandes (Chevrolet Orlando, Ford S-Max), todoterrenos de siete plazas (Mitsubishi Outlander, Citroën C-Crosser) e, incluso, modelos más compactos como el Nissan Qashqai +2. Sus tarifas son inferiores a las de la mayoría de rivales y se asocian a un equipo de serie nutrido que no exige desembolsos adicionales. Y se puede elegir con dos motores turbodiésel (140 y 170 CV), ambos con cambio manual de seis marchas y tracción delantera. El de 170 CV se ofrecerá a partir de octubre con tracción 4x4 y cambio automático.

La carrocería es idéntica a la del Journey, aunque con los detalles estéticos de Fiat: faros, parrilla, llantas... El interior, en cambio, es completamente diferente: desde el salpicadero y los paneles de puertas hasta los asientos. Y gana calidad y confort, porque presenta un diseño más vistoso, butacas más grandes y cómodas, y mejores materiales. Las cinco plazas de las dos primeras filas ofrecen espacio suficiente para los más altos, y las dos últimas también, aunque con una postura algo forzada que exige llevar las rodillas pegadas al pecho: valen para niños y adultos en trayectos cortos. El maletero es mínimo si se utilizan todos los asientos (154 litros) y grande si se pliegan los dos últimos (540). La segunda fila y la butaca del copiloto también se pueden abatir para ampliar la capacidad de carga.

La sensación que trasnmite al conducirlo es la de un coche más cómodo y refinado que el Journey. Fiat ha mejorado la insonorización, y también ha modificado la dirección y las suspensiones para reforzar tanto la manejabilidad como el confort. Y el resultado es bueno, porque el Freemont ofrece una calidad de conducción y de rodadura convincentes.

Los nuevos motores 2.0 Multijet de segunda generación responden con finura y son más limpios que los que utiliza ahora Fiat: emiten un 30% menos de óxidos de nitrógeno (NOx), un contaminante asociado a los diésel. El de 140 CV mueve el peso con cierta holgura y puede resultar suficiente, aunque el de 170 CV aporta una potencia extra que se agradece al adelantar y cuando se viaja cargado.

El equipamiento completa las virtudes del Freemont y se estructura en dos acabados: Freemont o básico, reservado al motor menos potente (24.450 euros), y Urban, compatible con las dos mecánicas (25.550 y 26.900). Pero el primero viene ya con casi todo: control de estabilidad ESP y seis airbags, climatizador trizona, llantas de aleación, radio CD/MP3, volante con mandos, regulador de velocidad, ordenador y hasta llave inteligente (no hace falta sacarla del bolsillo para abrir y arrancar el coche).

El Urban suma bluetooth para el móvil, sensores de luces y aparcamiento, asiento del conductor con ajuste eléctrico, cristales tintados y volante y pomo del cambio en cuero, entre otros detalles.

El Freemont, mezcla de todoterreno y monovolumen, mide 4,89 metros de largo e incluye siete plazas.
Salpicadero cuidado y asientos confortables. Todas las butacas se pueden abatir para ampliar el espacio.
El Freemont, mezcla de todoterreno y monovolumen, mide 4,89 metros de largo e incluye siete plazas. Salpicadero cuidado y asientos confortables. Todas las butacas se pueden abatir para ampliar el espacio.

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Sobre la firma

Marcos Baeza
Redactor de Motor, especializado en producto y tecnología. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS, desde 1998, ligado siempre al automóvil. Sigue la actualidad del sector, prueba los nuevos modelos que llegan al mercado y analiza las tendencias y tecnologías asociadas, como la nueva movilidad eléctrica.

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