Las terrazas amplían su horizonte
Restaurantes, hoteles y museos estrenan espacios al aire libre para disfrutar todo el año - El mercado de San Antón se incorpora a la moda de picar al fresco
El terraceo es uno de los deportes madrileños preferidos. Y en verano se intensifica. Aunque ahora con las cortapisas para fumadores los espacios abiertos se mantienen todo el año. Como cada temporada, el estío urbano llega con novedades. El número de terrazas es ingente. La movida va por barrios y los gustos también. Esto es solo una aproximación.
- De estreno. East 47, el gastrobar del hotel Villa Real, se ha redecorado y ha sacado su solvente cocina y sus propuestas cocteleras frente a las fauces de los leones del Congreso. En un rincón de esa plaza dura, mesas y veladores dan un toque fresco a diario, desde por la mañana hasta la madrugada. A pocos pasos, complementa su espacio de Neptuno otro gastrobar reciente. Paco Roncero (que mantiene su oferta lujosa en La Terraza del Casino) ofrece tapas y la curiosidad de pollo y gin-tonic para aves nocturnas hambrientas en el Estado Puro junto a la plaza del Ángel. También estrena terraza, en Colón, el Dry Cosmopolitan Bar de Javier de las Muelas, con audaces cócteles y picoteo fino. Otra novedad es el mercado de San Antón, un incentivo más para Chueca, con una terraza matutina y nocturna con vistas al barrio donde se degusta jamón (no en vano es de 5Jotas), cocinan lo que uno compra y sirven cócteles.
- Mundo cóctel. O'Clock, en Juan Bravo, recupera la divertida coctelería tiki estilo Polinesia y al tiempo la tradicional horchata y el popular granizado. Con guiños a la Cibeles y los fantasmas del edificio contiguo, Le Cabrera Casa de América llena vasos y platos de espíritu latino.
- Castellana 'on the rocks'. Aunque la remozada calle de Serrano ha recuperado aceras y lugares para copear al fresco, la Castellana se mantiene como larga autopista on the rocks. Allí extiende su sabor al aire libre el restaurante peruano Astrid y Gastón: tras los cebiches, un buen pisco. Pedro Larumbe añade a su terraza sofás blancos e iluminación intimista para relajarse cóctel en mano.
- Copas de museo. Bocados de Monet a cargo de El Antiguo Convento en la terraza del Thyssen. Coctelería impecable y pintxos vascos en el Bokado de la terraza Balenciaga del Museo del Traje.
- A vista de pájaro. Los hoteles visten de glamour veraniego sus azoteas para los urbanitas. Cuestión de ver y ser vistos e incluso de remojarse en las piscinas de altura, como en el Pool Club del hotel Room Mate Oscar, en la plaza Vázquez de Mella. Cerca, el hotel de las Letras sobrevuela la Gran Vía. El chic Penthouse del Me sigue mirando con música a la plaza de Santa Ana. La coctelería, omnipresente moda madrileña, es estrella, y el Urban refuerza la carta con mezclas basadas en vino. En Atocha, se puede escapar del trasiego ferroviario en la terraza del AC.
- Espacios recoletos. Otros hoteles optan por los patios con verdor. Junto a Alonso Martínez, el lujo acogedor de los hoteles Orfila y Santo Mauro. El Intercontinental inaugura el concepto gastrojardín, con recetas de plantas aromáticas cultivadas allí. Otros rincones recoletos al fresco que seducen a partes iguales con cocina sólida y líquida son el restaurante de Ramón Freixa, el bistró del inquieto Sacha, su vecino Baby Grill (hermano menor de Rubaiyat) con mix de carne y caipirinhas; la atractiva cocina asiática en Zen Central, en el callejón de Puigcerdá; la autenticidad mexicana de la Taquería del Alamillo; la familiar ocupación de la calle de Vallehermoso con las modernas propuestas caseras (con buen maridaje de vinos) de Asturianos, y la fusión mediterránea y asiática de Alberto Chicote en el jardín interior de No-Do.
- Latineando. En la plaza de la Paja hay una concentración de mesas al fresco con variedad cosmopolita de tapas y vinos: Delic, La Musa Latina, El Estragón Vegetariano y el veterano El Cosaco. Las terrazas de Las Vistillas tienen más vista que otra cosa. Y en el off Plaza Mayor, en la calle de Cuchilleros, Kitchen Stories mantiene tienda delicatessen y terraza veraniega con vistas al mercado de San Miguel.
- Parques. Con desigual fortuna en cuanto a la oferta, los paseantes de los espacios verdes madrileños pueden aventurarse por la Dehesa de la Villa, el Retiro y el llamado "paseo gastronómico" de la Casa de Campo, con propuestas de corte clásico pero solventes.
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