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Crítica:DANZA | 50 AÑOS POR NUESTRA DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Materiales de ayer y de mañana

Pasa con este tipo de velada, donde la miscelánea y el detallismo va muy lejos, a veces el metraje se escapa de las manos; era básicamente un merecido homenaje a la infatigable María Rosa, a más de 50 años de vida de bailarina y después al frente de su compañía, conjunto donde dieron sus primeros pasos muchos artistas.

Superado el álbum familiar, y entrando en materia, se recorrió el espectro del baile teatral español y hubo emociones que tocaron la fibra del público y de los propios intérpretes. Vimos en escena a algunos que ya hace años se retiraron de las tablas, y no hay mejor reverencia, tanto a María Rosa como al propio ballet español, que subir allí a desgranar experiencia, mucho gusto vernáculo, modos olvidados y, sobre todo, una gran carga de honestidad y entrega, desde la Escuela Bolera al clásico español, del folclore a la danza estilizada, del flamenco al ballet de argumento. Entre los jóvenes con futuro, María Alonso en Puerta de Tierra.

50 AÑOS POR NUESTRA DANZA

Ballet Español de María Rosa.

Coreografías de Victoria Eugenia, Antonio Ruiz Soler, Pedro Azorín, Juanjo Linares, María Rosa y otros. Teatro Fernán Gómez. 15 de junio.

No cabrían todos en una crónica, pero quedan vibrando nombres: Carmen Cubillos en Benamor (una joya coreográfica de Victoria Eugenia); Mayte Bajo en la Danza IX de Granados o Maribel Gallardo en Asturias. Entre los hombres, Carlos Vilán (acompañado de una dúctil Virginia Herrero en El amor brujo de Antonio), un revitalizado y muy en forma Rafael Amargo (con Mar López en La casada infiel) y un intenso José Triguero por Alegrías; se dieron todos ellos, comunicativos y personales. Y si de emociones se trata, al arrancar la Jota de Ansó, la noche estaba ganada.

En otro orden de cosas, una función como esta llama la atención sobre otros aspectos de la danza española que no deben ser descuidados o arrumbados, tenidos por superados. Una idea falsa que ha calado en las nuevas generaciones y que en gran medida es responsable del desapego por la tradición (casi el rechazo), así como el levantamiento de una barrera para la verdadera consecución de un repertorio histórico que no despreciara obras menores o circunstanciales, sino que las englobara en una historia minuciosa donde, sin duda alguna, María Rosa tiene un lugar destacado más allá de las enciclopedias y el recuerdo.

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