_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿La lista más votada?

El miércoles pasado, en una tertulia en que se hablaba de las perspectivas políticas en Badalona, dije que el criterio de la lista más votada, como una exigencia democrática, me había parecido siempre de muy poco peso, casi una broma. Una vez constituidos los Ayuntamientos y, por tanto, apagado en parte el ruido político sobre el tema, me gustaría aportar unas reflexiones al respecto para ayudar a despejar confusiones.

En las Constituciones modernas hay dos orientaciones sobre los mecanismos de elección de los gobernantes. El primero, que podemos llamar directo o presidencialista, permite que los ciudadanos puedan elegir directamente a su presidente, jefe de Gobierno o alcalde. En el segundo, indirecto o parlamentario, los ciudadanos eligen a sus diputados o sus concejales y son estos quienes, en una segunda votación eligen al presidente o al alcalde. Los casos de EE UU o de Francia corresponden al primer tipo (por eso tienen elecciones presidenciales y legislativas separadas). En cambio, la gran mayoría de los Estados europeos se han inclinado por la segunda.

¿Es aceptable invocar la lista más votada para ayudar a que el PP tenga la alcaldía de Badalona?

España escogió el indirecto. La presidencia del Gobierno, la de la Generalitat o la alcaldía no corresponde al que obtiene más votos en las elecciones, sino al que consigue una mayoría de los votos de los diputados, o de los concejales. Si la lista más votada obtiene más del 50% de los diputados, la segunda elección se convierte en un puro trámite, pero en los demás casos hay que conseguir conformar una mayoría para obtener la nominación. Si no se alcanza, el hecho de ganar las elecciones (si se entiende por ello ser la lista más votada) no da derecho a reclamar ninguna investidura.

¿Cuáles son, pues, los derechos de la lista más votada? A mi entender, dos. En primer lugar, tener la opción de ser el primer grupo en intentar establecer acuerdos con otros para obtener una mayoría que asegure un Gobierno estable. Esta primacía la tienen en cuenta los Reyes y los presidentes de la República al hacer el "encargo de formar Gobierno". Si el primer intento falla, otros grupos lo intentan y, si ninguno lo consigue, la lista más votada tiene el derecho a gobernar en minoría cuando así está establecido, como es el caso de los Ayuntamientos españoles. En otros casos, se convocan nuevas elecciones. Después de estas puntualizaciones, respondo algunas preguntas.

¿Es el nuestro el mejor sistema? No estoy seguro. En el caso de los municipios, podría ser mejor un sistema con una segunda vuelta entre las dos primeras listas. Esto reforzaría mucho al alcalde. El gobierno en minoría es una solución para salir del paso, pero de gran debilidad. Los que, en Cataluña, critican no sin razón el sistema actual, tienen hace 20 años pendiente de aprobar una nueva ley electoral. Mientras, respetemos la actual sin quejas.

¿Se puede decir que no es democrático que gobiernen los perdedores? Si en un municipio, un partido gana las elecciones con el 40% y otros dos las pierden con el 30% cada uno, sería buena la fórmula de un gobierno con el 70%, pero uno soportado por el 60% sigue representando claramente la voluntad popular, mucho más que uno del 40% en solitario. Poner en duda la legitimidad democrática de un gobierno porque en él no esté la lista más votada, es confundir a la gente y hacer un flaco favor a la democracia.

¿Son buenas todas las coaliciones y todos los pactos? En absoluto. Son buenos aquellos que responden a la necesidad de llevar a cabo conjuntamente un proyecto pactado y anunciado (el PSC y ERC en 2003, pactando promover la reforma del Estatuto). No lo son aquellos que quieren dejar de lado importantes diferencias entre los pactantes (el PSC queriendo desplegar en 2006 el Estatuto con ERC, que lo votó en contra, o CiU queriendo ampliar en 2011 el autogobierno con el PP, que además de votarlo en contra lo recurrió ante el TC). En casos así la impresión es que se trata de acceder al poder para repartírselo, y esto hace mucho daño a la política.

¿Es aceptable invocar la lista más votada, para ayudar a que el PP tenga la alcaldía de Badalona? Un pacto CiU-PP con esta finalidad puede ser legítimo, pero hay que explicar sus razones. Justificarlo como respeto a la lista más votada suena a una muy mala excusa, produce desorientación y hace también mucho daño.

Joan Majó es ingeniero y exministro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_