Un profesor al frente de la policía
El decano de los mandos de la Comunidad da también clase en la Universidad
Estanislao Gil Sacristán es algo reticente a salir solo en la foto. Este oficial, con casi 29 años de servicio, asegura que los muchos o pocos éxitos que haya conseguido en su dilatada carrera se deben al equipo que tiene detrás. A los agentes y mandos que están día a día al frente de los problemas que surgen en Majadahonda, un tranquilo municipio de 70.000 habitantes. Convencerle para la fotografía cuesta un poco de trabajo, dada la discreción que destila el oficial jefe de la Policía Local majariega. Tiene a su orden 135 policías, lo que supone casi dos agentes por cada 1.000 habitantes. A sus 60 años, Gil es el decano de los jefes de Policía Local de la Comunidad. "Y casi me atrevería a decir que de toda España, pero no me gustaría aventurarme a tanto por si me equivoco", concede con gran humor.
Uno de sus peores momentos fue el crimen de un joven hace 13 años
"Lo que el agente necesita para su trabajo no siempre está en los libros"
Hace unas semanas recibió la medalla de plata de la Comunidad de Madrid por su trayectoria. Y además de discreto es un hombre querido por sus compañeros: Lo propusieron para el galardón sus homólogos, en especial los de los municipios vecinos de Las Rozas, Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte.
La carrera policial de Gil comenzó casi por casualidad. Profesor de un colegio de Vallecas, vio un anuncio en la prensa en el que se convocaba la plaza de suboficial jefe para Majadahonda. Pese a que no había tenido ninguna relación con este mundo, decidió presentarse, ya que su trabajo en el centro escolar no pasaba por sus mejores momentos. Cuando llegó la hora de las oposiciones, estuvo a punto de abandonar. "Había muy mala organización y me desanimó bastante. Estuve a punto de irme, pero me quedé por un compañero que no tenía coche y me pidió que le llevara luego hasta Madrid. Al final, hice las pruebas", rememora el oficial jefe. Pero apenas le dio importancia. "De hecho, tenía que haber iniciado los estudios en la academia un lunes y no me presenté hasta el miércoles", comenta mientras sonríe. Hasta que una mañana llama al Ayuntamiento y le dicen que él era quien había aprobado.
El currículo de Gil casi apabulla. Además de la licenciatura de historia, decidió formarse nada más terminar su paso por la academia en la nueva especialidad. Primero estudió Criminología en la Universidad Complutense y luego siguió por la rama jurídica. Se licenció en Derecho, después terminó Ciencias Políticas en la rama de Gestión y Administración Pública y, al final, se doctoró en Derecho Administrativo con la tesis Participación de los entes locales en la seguridad pública. Ahora también es profesor de la Universidad Carlos III.
-¿Y le ha dado tiempo para vivir?
-[Sonríe] Todo esto lo ha pagado mi familia. Cuando terminábamos de cenar, me ponía a estudiar hasta la una de la madrugada. Eso me ha permitido acabar todo lo que he empezado.
Un día cualquiera comienza a primera hora, cuando llega al despacho y se reúne con sus mandos. Despachan todos los temas pendientes y estudian las incidencias que se hayan producido durante las horas anteriores. "Después me toca el trabajo burocrático, firmar, ver los expedientes, que es lo que menos me gusta, aunque es parte de mi trabajo", reconoce el mando majariego.
Después mantiene reuniones en el Ayuntamiento o con personas relacionadas con su trabajo, como la juez decana del municipio, el teniente de la Guardia Civil... "La coordinación en temas policiales y de seguridad es fundamental. No se trata de ser el número uno o tener más competencias que nadie, sino de que el ciudadano tenga una respuesta adecuada a los problemas que tiene", reconoce Gil. Por las tardes, unas las pasa en el despacho y otras impartiendo clase en la universidad.
Una de las frases que más repite es que los policías deben actuar siempre "de una forma correcta, como servidores públicos". "Las exigencias del vecino de Majadahonda son muy altas. Pide una atención de mucha calidad. Puede ser consecuencia del alto nivel de vida que hay en el municipio", relata. "Lo que el policía necesita para desarrollar su trabajo no siempre está en los libros. Eso lo da la vida y muchas veces consiste en escuchar a la gente y tomar la decisión adecuada tras oír a todo el mundo", afirma Gil.
El mando reconoce que los medios con los que cuenta Majadahonda son "muy buenos". Todos los agentes están localizados en tiempo real mediante GPS gracias a los radiotransmisores que llevan, al igual que los vehículos. Eso permite ver en un mapa digital dónde está cada agente y destinar al que esté más cercano a la llamada de un ciudadano. Las instalaciones se han quedado obsoletas para 135 agentes. Se montaron en un antiguo colegio cerca del Ayuntamiento y de la Gran Vía, pero ya tienen repuesto. En breve comenzarán las obras de una nueva sede policial que será de las más modernas de la región, según explica Gil.
Uno de los peores momentos en su carrera se produjo la madrugada del 28 de junio de 1997, cuando el estudiante de tercero de Derecho Fernando Bertolá, de 21 años, murió al ser apuñalado por Antonio de Lucas Andreu, alias El Mechinas. Este fue condenado a 21 años de prisión. "Fue un golpe muy duro porque era un chaval muy joven", describe el jefe de policía. "¿Buenos momentos? Ha habido muchos. Los más gratificantes son cuando la gente me ve por la calle y me agradece que le resolviera algún problema", añade.
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