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Columna
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El doble contagio

Joaquín Estefanía

En 2007, los problemas iniciados en el sector financiero privado norteamericano con las hipotecas de alto riesgo se trasladaron inmediatamente al resto del mundo. Europa fue la principal víctima de aquel contagio. Hace 13 meses, la noche del 9 de mayo de 2010, en la que Bruselas exigió el ajuste de la economía española, Obama telefoneó a los principales líderes europeos para pedirles que se aplicasen en la solución a la deuda soberana de la zona, no fuese que las dificultades en el pago de la misma se trasladasen al otro lado del océano. Una crisis de ida y vuelta.

No andaba equivocado el presidente americano. Un año después de aquello, la agencia de calificación de riesgos Standard & Poor's daba el primer susto al amenazar a EE UU con rebajar el rating de su deuda (AAA, desde la II Guerra Mundial) y le daba un plazo de dos años para reducirla. Hace unos días, otra agencia, Moody's, hizo público un comunicado en el que decía que EE UU sufre un riesgo de impago "muy pequeño pero creciente" (al tiempo, cuestionaba también, a la baja, la prima de riesgo de tres entidades financieras tan importantes como Bank of America, Citigroup y Wells Fargo).

Obama teme que Europa le devuelva el paquete envenenado del contagio de la crisis, en forma de deuda soberana

En estos momentos, el país ha superado el límite autorizado de emisión de deuda anual -14,2 billones de dólares-, y republicanos y demócratas negocian su ampliación so pena de que en julio quede paralizada la Administración por falta de pago a sus funcionarios, proveedores y receptores de sus servicios. Si a ello se le une el incremento del porcentaje de parados (el 9,1% de una población activa de 153 millones de personas, más 2,2 millones de desanimados que ya no buscan empleo y 8,5 millones de personas forzadas a trabajar a tiempo parcial) y los indicadores adelantados que hablan en el mejor de los casos de crecimiento anémico y en el peor de estancamiento, se comprenderá la preocupación de Obama porque además le puedan llegar los efluvios europeos.

La semana pasada, el presidente de EE UU fue muy explícito al recibir en Washington a la canciller alemana, Angela Merkel: es necesario evitar que la crisis de la deuda en Europa ponga en riesgo la recuperación económica en el resto del mundo. Es decir, en EE UU. Obama desea que Alemania acuda en ayuda de cualquier país en dificultades de su área de influencia, aunque comprendió el problema político interno de Merkel cuando declaró: "Si fue difícil invertir aquí para evitar un desastre financiero, imagino lo que debe ser tomar decisiones con otras 26 naciones respecto a los problemas económicos de los demás".

Evitar el efecto feedback de la Gran Recesión es una prioridad. La semana pasada, uno de los principales canales de televisión de EE UU lanzaba una pregunta a su audiencia: ¿es posible la vuelta a una crisis financiera tan aguda como la que ha habido? Lo importante no es el resultado del sondeo, sino que la cuestión siquiera merezca plantearse. -

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