Escondite para dos
Shhh, nuevo concepto de alojamiento en las afueras de Villarreal (Castellón)
Expresiva como pocas, la onomatopeya shhh informa de que hay un motel di-di (divertido y discreto). Las malas lenguas podrán decir misa, pero cualquiera puede hospedarse en él sin que lo señalen necesariamente al salir por el túnel del garaje. Se encuentra en la vía de acceso a Onda, un satélite de Villarreal que vive como la ciudad de la monoindustria de la cerámica y ofrece dos formatos de alojamiento, 12 o 24 horas de estancia, a partir de 44 euros. Un evidente ahorro para el viajero de paso, independientemente de su intención y estado civil.
Lo realmente interesante de la experiencia, picantería aparte, es la propuesta tecnológica y lúdica. El concepto tecno se anticipa al reservar online: "Yo hago moteling".
SHHH
PUNTUACIÓN: 6,5
Categoría oficial: 4 estrellas. Dirección: Carretera CV-20, kilómetro 7. Onda (Castellón). Teléfono: 964 62 60 96. Internet: www.shhhmotel.com. Instalaciones: garaje, jardín, recepción anónima. Habitaciones: 40 dobles con calefacción, aire acondicionado, satélite, minibar, colchones viscoelásticos de 2 - 2 metros; en algunas habitaciones, colchón de agua, sauna, jardín interior y piscina privada. Servicios: no hay facilidades para discapacitados; no admite animales domésticos; desayuno, cena y servicio de alimentación 24 horas a través de un pasaplatos directo a la habitación. Precios: desde 44 euros + 8% IVA la habitación doble en estancia de 12 horas (24 horas en fines de semana); desayuno, 12 euros + 8% IVA.
Una vez allí, el procedimiento es tan simple como situar el coche en la rampa del garaje y teclear en el panel de autochecking los datos de la habitación preferida, duración de la estancia, opción de desayuno... Cumplimentado el rápido formulario digital, un plano ubica la plaza de garaje asignada. En el subterráneo, un piloto verde entre varios rojos indica dónde dirigirse, mientras se abre el portón del garaje privado comunicado con nuestra habitación. A los tres minutos, la puerta se cierra, y cuanto suceda dentro será top secret.
Lo primero que salta a la vista en su interior es la belleza inquietante del hormigón desnudo, la eficiencia de la geometría útil... y el cuarto de baño integrado en la alcoba, sin ninguna separación entre los sanitarios. Un silencio sacrosanto. Excelentes acabados. Mesillas de noche encendidas como lámparas. Mucha tecnología, aunque no siempre a punto: televisión interactiva, pero no wifi; irisaciones de leds, pero no un control electrónico de las luces; automatismo de entrada, pero no de salida (hay que telefonear para que abran el portón del garaje).
El desayuno, como la cena, se toma en la habitación, previa solicitud telefónica. Es servido a través de un cajetín que recuerda los antiguos tornos de los conventos de clausura. El vanguardismo conceptual del motel invita a pensar que la bandeja llega gracias a un robot o un mecanismo informatizado... ¡Pues no! Es la camarera de piso quien lo deposita en una trampilla adyacente a la puerta de emergencia, de acceso prohibido al huésped. Discreción obliga, y por eso no existen zonas comunes. El pasillo central que vertebra las habitaciones es, en realidad, un corredor auxiliar que recorre a todas horas el servicio para atender las necesidades domésticas de la clientela. Solo se puede entrar y salir a través del garaje, opaco a la curiosidad de los demás huéspedes. ¿No es excitante?
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