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Columna
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El desafío

El PSOE tiene un serio desafío ante sí. No son las elecciones generales. Se trata de recomponer su discurso y redefinir su programa. Y lo tiene difícil porque hacerlo pasa por romper con el pasado reciente en muchos ámbitos. En lo que sigue, me voy a limitar a tres y trataré de derivar algunos resultados para Galicia.

Mi asunto favorito es el sistema fiscal español. Los sucesivos gobiernos de Rodríguez Zapatero han carecido de una estrategia global en este ámbito, que atendiese de forma simultánea a los principios de justicia, suficiencia y eficiencia. Se ha avanzado muy poco en la erradicación de ese lacra social que es el fraude fiscal, se han desfiscalizado los patrimonios y las ganancias de capital, no se ha hecho absolutamente nada en la prometida reforma fiscal verde. Todo se ha fiado a los ingresos extraordinarios derivados del boom de la construcción en el IRPF, sociedades, IVA y en los impuestos estrechamente vinculados a lo inmobiliario en el ámbito autonómico y local. Llegó la crisis y, con ella, uno de los desplomes de ingresos tributarios más estrepitosos de la historia fiscal contemporánea. Ahora tenemos que estar padeciendo los rigores de un ajuste fiscal que podría haber sido mucho menor si hubiésemos hecho los deberes. ¿Qué deberes? Pues los que aparecen, por ejemplo, en el informe editado en 2002 por la Fundación Alternativas, Una alternativa fiscal para España. Informe, por cierto, encargado directamente por la comisión ejecutiva federal del PSOE. Habría que volver a él y tomarlo como punto de partida para una nueva reflexión. En el ámbito gallego, es evidente que los grados de libertad son menores, pero existen. Tendría todo el sentido que el PSdeG analizase a fondo las posibilidades técnicas y definiese un modelo alternativo. Alguno de los cambios introducidos por el bipartito en este ámbito fue en la buena dirección. Pero, sin duda, quedan cosas por hacer.

El PSOE no avanzó en la lucha contra el fraude y desfiscalizó las ganancias de capital y el patrimonio

El segundo es el modelo territorial. No hemos avanzado nada en estos ocho años en el ámbito local: ni reorganización de entes (diputaciones, fusiones de municipios...); ni definición precisa de competencias que limite el volumen del llamado gasto municipal "no obligatorio" , con las complicaciones que conlleva en el terreno de superposición de actuaciones y financiación; ni reforma del modelo financiero local. Tampoco lo que se ha hecho en el ámbito autonómico es para tirar cohetes. La falta de claridad en el punto de llegada, la confusión entre impulso al federalismo y descentralización con las soluciones confederales, asimétricas y bilaterales, la subasta en que se convirtió la reforma del modelo de financiación autonómica o las reformas estatutarias... ¿Cuál es el modelo de Estado que defiende el partido socialista en lo concreto? ¿Cómo quiere que sea una administración multinivel en el año 2020? También en este caso los socialistas gallegos tienen mucho en qué pensar. Más allá de la reforma del Estatuto, reflexionar sobre el futuro de las diputaciones, la fusión de municipios, la organización supramunicipal del territorio, en la reforma del Fondo de Cooperación Local, la normalización tributaria de los ayuntamientos gallegos...

El tercero es la energía. ¿Cuál es la estrategia energética de España? ¿A qué queremos jugar? Tengo la sensación de que la cosa no está clara. Aunque en este ámbito no me atrevo a decir mucho más. No me quiero arriesgar a que me corrijan mis colegas de la prestigiosa fundación, con sede en Galicia, Economics for Energy. Pero quizá ellos podrían ayudar a informar a quienes tienen responsabilidades políticas. También para el caso concreto del sector energético gallego, con una relevancia potencial que cuesta imaginar.

Cuando hablamos de la importancia del discurso político y del programa no nos referimos a los mítines y los trípticos de campaña. Lo importante es la definición de estrategias globales, la discusión rigurosa sobre las múltiples políticas públicas que se ejecutan hoy en España y la capacidad de construcción de marcos interpretativos tan atractivos y robustos que enganchen al votante mediano.

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