La realidad
Como el lunes pasado terminé con una frase de Lenin, hoy voy a empezar con otra: la primera obligación de un revolucionario es comprender la realidad. En el escenario que ha creado el 22-M, esta máxima se aplica por igual a los políticos de cualquier ideología. Porque, como dijo Sáenz de Santamaría en el Congreso, España ha hablado alto y claro. El problema es que nadie la ha escuchado.
No hay peor sordo que el que no quiere oír. El PP ha obtenido la victoria más aplastante de su historia sin llegar a la mayoría absoluta. Probablemente ha tocado techo porque, entre otras cosas, el incremento que ha obtenido respecto a 2007 equivale a la mitad de la suma de los votos nulos y en blanco. Los ciudadanos que se han tomado el trabajo de ir a votar para expresar que no se identifican con ningún partido, se acercan al millón, y se convierten en la cuarta fuerza política de un país donde la abstención roza el 40%. Mientras tanto, IU saca pecho, presumiendo de haberse consolidado en el tercer lugar -y en la realidad de la que hablaba Lenin, ¿cuándo ha estado en otro?- gracias a un incremento del 0,7, una ganancia aún más insignificante si se compara con el peor resultado obtenido por el PSOE en la historia reciente.
En estas circunstancias, la renuncia de Chacón no me parece tan generosa como inteligente. O, dicho de otra forma, apaga y vámonos. La única regeneración posible para los partidos de la izquierda española, se queme quien se queme, es dar 2012 por perdido, empezar desde cero y elaborar un discurso que se plantee seriamente la comprensión de una realidad que se les ha escapado por completo mientras se han empeñado en combatirla con palabras y actitudes de 1870. Desde luego, el 22 de mayo España habló alto y claro. Tanto, que ni siquiera los gritos de Sol han resultado tan elocuentes como algunos silencios.
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