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Reportaje:

San Sebastián mira a 2016

La ciudad se vuelca con la candidatura a Capital de la Cultura - El Festival Rompeolas programa 120 actividades en tres días

En San Sebastián se respiraba ayer más bullicio del habitual. Mucha gente en la calle, demasiada a pesar del buen tiempo y de ser domingo. El Festival Rompeolas, empeñado en que la candidatura de la ciudad a Capital Europea de la Cultura en 2016 exhibiera músculo, sacó a los donostiarras de sus casas para, entre otras actividades, jugar al baloncesto, disfrutar de conciertos, de diversas exposiciones y participar en un picnic en el Jardín de la Memoria. Era imprescindible que la ciudadanía se mojara con el proyecto, sobre todo, a dos días (mañana) de que el jurado que decidirá que ciudad ganará el galardón visite San Sebastián.

El Rompeolas, en su segunda edición -ya se celebró el año pasado-, programó desde el pasado viernes hasta ayer un total de 120 actividades en 40 espacios de la ciudad, la mayoría propuestas por los propios ciudadanos. Mientras multitud de familias participaban a mediodía en una carrera con salida y meta en el Kursaal y los más pequeños disfrutaban en unos hinchables en Sagües, Gorka Hortal, grafittero y miembro del colectivo Colorformo intentaba terminar un mural de arte urbano en el paseo de Federico García Lorca, junto al Urumea.

La ciudadanía ha propuesto la mayoría de actividades desarrolladas
Un concierto multitudinario en Alderdi Eder puso fin a la fiesta

La exhibición de grafittis fue una de las novedades del Rompeolas respecto a 2010 y quizás una de las más llamativas por lo difícil que resulta encontrar la mínima expresión de arte urbano en San Sebastián. Hortal, de 28 años, con una oreja pegada al móvil, en una mano la correa de su perro Pun y en la otra tres latas de coca-cola y una caja con cerca de una veintena de botes de espray observaba la obra realizada junto a otros 11 grafitteros. "En un principio propusimos pintar los bajos que no están ocupados, las típicas paredes de ladrillo que pone prohibido fijar carteles, pero no hubo manera con el Ayuntamiento", explicó Hortal. La solución que encontraron fue reutilizar las lonas que el consistorio utiliza para promocionar la tamborrada y los diversos festivales culturales y que suelen colgar del Teatro Victoria Eugenia.

"El gran problema es que aquí, sin hablar de si es algo ilegal o no, está mal visto. El viernes la gente nos decía que teníamos la música muy alta, que ensuciábamos, que estábamos molestando a los vecinos y que lo que hacíamos contaminaba", añadió. La opinión, según Hortal, de los transeúntes cambió cuando algunos grafitis comenzaron a estar terminados. "Ayer [por el sábado] se nos acercó una mujer de 80 años para decirnos que le gustaba mucho lo que habíamos hecho y si era necesario poner algo de dinero".

Sea como fuera el Rompeolas consiguió implicar a la gente con su ciudad y como ya es tradición, el festival echó la persiana con un concierto multitudinario a media tarde en los jardines del Alderdi Eder.

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