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Reportaje:LIGA DE CAMPEONES | Cuarta corona azulgrana

Entre dinosaurios

El Barça celebró el triunfo en el Museo de Historia Natural de Londres junto a familiares y políticos

El magnífico Museo de Historia Natural de Londres fue el lugar escogido por la directiva del Barcelona para festejar la victoria en la final contra el Manchester. Allí, entre dinosaurios, más de mil personas, con el presidente Sandro Rosell a la cabeza, vivieron el postre de una noche mágica. El presidente llegó a la fiesta acompañado por Andoni Zubizarreta, su director deportivo, y fue literalmente estrujado por muchos de sus compañeros de directiva a lo largo de la noche, en lo que parecía una competición para decidir quién de todos aprecia más al presidente.

A ratos, hubo quien se vio en Saint Albans festejando la primera Copa de Europa, porque muchas caras de los invitados entroncaban directamente con los protagonistas de aquella inolvidable final que dio el primer título al Barcelona. Empezando, claro, por el expresidente Josep Lluís Núñez, que recibió un baño de multitudes: "Había cosas que no me gustaban en el club. Ahora todo ha cambiado y por eso estoy aquí", convino, sonriente como estaba aquella noche del 20 de mayo de hace 19 años.

"Había cosas que no me gustaban en el club. Ahora todo ha cambiado", dijo Núñez
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Claro que muchos de los asistentes ayer, no habían nacido. Los hijos de los actuales directivos azulgrana, que suman como para formar dos plantillas y media, estaban casi todos en el Museo, y se lo pasaron de lo lindo.

Auténtica estrella de la noche, nadie le vio acercarse a la zona reservada donde los futbolistas y el cuerpo técnico, junto a sus familias, comían sushi y ensaladas y bebían, con moderación. No consta que felicitara a Guardiola, que fue uno de los primeros en retirarse al hotel con su familia.

Núñez fue protagonista en el Museo, abarrotado, a ratos insoportable de tan lleno como estaba. Por allí desfilaron también Artur Mas, el presidente de la Generalitat, y Xavier Trias, alcalde electo de Barcelona.

No faltaron importantes miembros de la sociedad civil, catalana, que se abrazaron mucho, como suelen, y si hablaron está por ver que se entendieran, porque la música estridente impedía hablar con comodidad. Claro, que tampoco era momento de hacer negocios.

En un momento dado de la noche, en lo alto de una escalera asomó la Copa de Europa y la euforia se desbordó. Sonaron los acordes del We are the champions y quien más quien menos se emocionó. A las dos de la madrugada, la fiesta terminó en el Museo de Historia Natural. Muchos se fueron a dormir, especialmente los que acudieron con niños, otros se dirigieron a diferentes locales del Soho y a gran parte de la plantilla le dieron las mil: desde Cromwell Road, en Kensington, se trasladaron a la discoteca Raffels, en Kings Road, un selecto club londinense, donde los futbolistas se dejaron ir. Especialmente, algún miembro del cuerpo técnico, que hizo suya la pista. Dicen quienes vieron a Leo Messi que festejó tranquilo, en segundo plano, pero con una cara de felicidad incomparable con anteriores festejos. Nada que ver con París, por ejemplo.

A eso de las cuatro de la tarde, el avión oficial del Barcelona aterrizaba en el aeropuerto del Prat, donde era recibido con honores por los bomberos del aeropuerto. El vuelo fue tranquilo, puesto que había que coger fuerzas. Como mucho, se activó alguna lluvia de almohadas sobre Pepe Costa, miembro del equipo técnico del conjunto azulgrana, y poco más.

La fiesta, que empezó en el campo de Wembley, prometía ser larga. El desfile por las calles de la ciudad y el concierto de Shakira continuaron más tarde, esta vez ya sin dinosaurios.

Los jugadores del Barça, con la Liga y la <i>Champions,</i> en la fiesta.
Los jugadores del Barça, con la Liga y la Champions, en la fiesta.VICENS GIMÉNEZ

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