"Madrid no amanece, es una ciudad anticultural"
Sex Museum presenta hoy en la sala Sol 'Again & again' tras cinco años en blanco
Algunos llegaron a pensar que lo habían dejado, porque llevaban cinco años sin encerrarse en el estudio, pero Sex Museum -la banda más emblemática del rock de garaje con epicentro en Mala-saña- vuelve por sus fueros. La sala Sol acoge esta noche el estreno de Again & again, la decimotercera entrega de estos melenudos irredentos, con permanentes evocaciones a los años setenta y un sonido "menos arisco, sin tantas aristas", en confesión de sus propios creadores. ¿Cosas de la edad madura? "De ninguna manera. Aquí sigue vigente una inclinación, un instinto vital. Otros se pasaron del rock a los Scorpions y luego a la radiofórmula, pero nosotros defendemos la vibración de lo crudo, lo simple, el olor a naturaleza sin pulir". El guitarrista Fernando Pardo (Madrid, 1964) ejerce la portavocía en el quinteto, pero algunas respuestas las completan entre todos los demás.
Es la banda más emblemática del rock de garaje con origen en Malasaña
Pregunta. ¿Por qué le tienen tanto apego al rock de hace 40 años?
Respuesta. Hay algo de nostalgia idealizada, de tiempos vividos cuando éramos muy pequeños, pero aquella época simbolizaba la libertad. Luego llegaron los ochenta y, con ellos, el triunfo de la impostura, del rollito refinado. A nosotros nos tira más el licor de café casero, sin destilar.
P. Y les llamarán inmovilistas...
R. Al principio nos creíamos inadaptados pero ya no nos importa. España es un país que sigue las modas a rajatabla. A Neil Young o Tom Petty nadie les diría: "¿Por qué seguís fieles a Dylan, si ahora triunfan Depeche Mode?". Lo nuestro no es inmovilismo, sino autoafirma-ción.
P. En 1985, cuando se funda Sex Museum, ¿la movida les parecía cosa de pijos?
R. La considerábamos una chorrada. Al principio aportó una bocanada de aire fresco, vale, pero la resaca fue muy dura. Pasamos de Siniestro Total, que tenían su mérito, a Marta tiene un marcapasos o Los Inhumanos. Y nosotros optamos por bajar a las catacumbas.
P. Tampoco les ha ido tan mal.
R. Sí, pero el otro día el director de mi banco quiso ofrecerme un seguro de vida y no encontró el epígrafe de "músico" como opción en el ordenador. La sociedad, a izquierda o a derecha, sigue dando por válido el eterno mito de que los rockeros somos unos jetas caraduras que nos matamos a follar y a drogarnos.
P. ¿En qué aspectos se inscriben dentro de los indignados?
R. Nos revienta que en esta ciudad la gente no pueda asistir a los conciertos con 14 años, que es cuando las hormonas piden roncanrol. Quieren reducir el rock a cliché, a un anuncio de Cola-Cao o una tarde jugando con el Guitar hero. Los poderes prefieren reblandecer la parte rebelde de los jóvenes. Que nos adaptemos a eso de "naces, estudias, trabajas y te mueres", que dirían los Godfathers.
P. ¿Un estribillo para el Madrid de 2011?
R. Madrid no amanece. Esta es una ciudad anticultural en la que resulta más fácil irse de botellón que asistir a conciertos o exposiciones de fotografía.
Sex Museum. Sala El Sol (Jardines, 3); a las 22.30; 15 euros.
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