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DESDE MI SILLÓN | GIRO | 15ª etapa
Columna
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Gracias por la batalla

¡Etapón! Impresionado estoy por lo que he visto. Habrá pasado una hora desde que Nieve ha conseguido la victoria de su vida y aún estoy en estado de shock.

Como espectador, no he visto nada igual. Me he quedado con la sensación con la que me quedo tras una de las clásicas del pavés. De salida, los números asustaban: 229 kilómetros, 6.000 metros de desnivel acumulado y cinco puertos dolomíticos. Que el ganador tardase casi siete horas y media, a 30,7 km/h, es indicativo de lo que han sufrido todos. Pero es que esto no ha empezado ahora. Es que vienen con el lastre de dos semanas en las que han pasado muchísimas cosas y con la guinda del Zoncolan en la víspera y el Grossglöckner el día anterior. Y con una semana más en el horizonte, ¡qué dolor!

La dureza no la pone el recorrido, dice el tópico, sino los corredores. Ayer fue falso y cierto
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Contador y Nieve reinan en los montes pálidos

Si todos los días de descanso son bienvenidos, el de hoy, ante la cronoescalada, llega en el mejor momento; tautología indiscutible, que a nadie le quepa duda. Lo peor es que nadie se puede relajar en exceso, pues el esfuerzo del martes será tan violento que exige preparación previa. Si yo estuviese en la piel de uno de estos supervivientes, dudo de que tuviese hoy la feliz ocurrencia de montarme en la bici. El ciclismo y los resultados deportivos son importantes, pero tu cuerpo te acompañará toda tu vida. Así que más vale cuidarlo.

Dice el tópico que la dureza no la pone el recorrido, que son los corredores quienes hacen dura la carrera. Ayer fue falso y cierto a la vez. Porque el recorrido, tan excesivo como espectacular, planteaba un escenario en el que solo la batalla cuerpo a cuerpo era posible, como ocurrió. Y es que los corredores se empeñaron en comenzar la guerra desde el primer puerto, el tremendo Piancavallo, en el kilómetro 45. Faltaban 185 con unos últimos 75 inhumanos. Si el día antes empleé este calificativo por el Zoncolan, ahora lo hago por la encadenación Giau-Marmolada-Gardeccia tras casi cinco horas de esfuerzo y dos semanas de carrera.

Viendo los nombres de quienes formaban la escapada del día, era evidente que la batalla que nos habíamos perdido había sido muy violenta. Pero es que lo que vimos desde que Garzelli se lanzó en el Giau a por la cima Coppi fue aún peor.

Se me agotan las líneas para quedarme con algo de lo que vi: el esfuerzo de Garzelli; la inteligencia de Nieve -increíble su fondo para su edad- dejándole hacer y rematándole luego; la valentía de Nibali, poniendo a Contador en su circunstancia más difícil hasta ahora; el sufrimiento, también, de Nibali, que reventó, pero salvó el día con dignidad; la sangre fría de Scarponi; el trabajo inmenso de Lastras o Weening; el sufrimiento y el pago de la factura de Anton, y, cómo no, la madurez de Contador que supo manejar la carrera y dosificar sus fuerzas con la maestría de un veterano en estas lides.

Podría hablar de muchas otras cosas: del paisaje, del impresionante desfiladero que pasaron por la carretera vieja de la Marmolada, antes de la insufrible recta de Malga Ciapella. Pero no me parece justo porque los verdaderos protagonistas fueron los corredores. Mi enhorabuena y mi admiración para todos ellos.

Ganó Nieve y afianzó su probable victoria Contador, pero sobre todo ganó el ciclismo. Si alguien no lo vio así, le aconsejo que abra más los ojos. Días como el de ayer te reconcilian con el ciclismo.

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