"Nadie deja una unión monetaria"
Standard and Poor's (S&P) ha vuelto a convulsionar los mercados tras una nueva rebaja de la deuda de Grecia, a dos escalones del impago. La responsable de rating soberano para Europa de S&P, Myriam Fernández de Heredia (Madrid, 1969), justifica la medida por los retrasos en el programa de reformas y en las metas de ajuste, así como por la creciente especulación en torno a una reestructuración de la deuda.
Pregunta. ¿Está el futuro del euro en peligro?
Respuesta. No lo creo. Desde luego, ese no es nuestro escenario central. En una decisión así hay que tener en cuenta la relación coste/beneficio y los primeros superan con creces a los segundos. Ha habido otras uniones monetarias en el mundo en las que alguno de sus miembros ha tenido serios problemas, incluso impagos. Pero nadie ha abandonado nunca una unión monetaria.
P. ¿Pero dan por hecha la reestructuración de la deuda griega?
R. La reciente rebaja del rating indica que hay una mayor probabilidad de reestructuración, aunque hoy no es segura. Pero solo consideraríamos un impago si es con el sector privado, no con la deuda oficial, es decir, los préstamos de otros países o con instituciones europeas. Las últimas declaraciones apuntan que Europa parece estar considerando extender los plazos o reducir los tipos de interés, lo que ya conlleva una pérdida para los Estados prestamistas. Pero también pueden exigir un compromiso de equivalencia que traslade esa pérdida del sector público al sector privado. Entonces consideraríamos que se produce una quita que afectaría a la calificación.
P. ¿Basan sus ratings en declaraciones de prensa?
R. Las declaraciones de los Estados de la UE reflejan el sentimiento de los prestamistas oficiales de Grecia y pueden tener un impacto negativo en su solvencia. En marzo la reestructuración de Grecia parecía remota, pero ahora esa posibilidad es mucho más elevada y por eso reaccionamos.
P. ¿Esa reestructuración puede provocar un efecto contagio?
R. No prevemos un contagio inmediato, aunque sí hay riesgos, especialmente con Portugal. De hecho, la perspectiva negativa de su rating ya incluye el riesgo de un crecimiento anémico, déficit público y exterior... Dependerá de cómo se fije el plan de ajuste, porque afectará negativamente al PIB y tardará más en salir de la recesión. En el caso de Irlanda no vemos ese efecto. Tiene perspectiva estable porque es una economía muy flexible, exportadora y que puede salir de la recesión.
P. ¿Y España?
R. España está a años luz de estos países. Tiene una calificación AA con perspectiva negativa. Eso es porque vemos riesgos derivados de una subida de los tipos de interés que puede dañar al consumo interno en un país donde el 90% de la hipoteca es a tipo variable. Los cambios dependerán de la evolución del desempleo, del crecimiento económico, el cumplimiento de las comunidades autónomas de sus objetivos de déficit... Pero hablamos de una calidad crediticia muy elevada y totalmente diferenciada.
P. ¿Esa diferenciación ya es definitiva?
R. España es una economía más desarrollada, con un mercado interior potente, pero, en nuestra opinión, aún afronta desafíos.
P. ¿Calmarán a los mercados las pruebas a la banca?
R. Nosotros hacemos nuestros propios escenarios de estrés y no esperamos sorpresas. En el caso español, prevemos unas necesidades de financiación para el conjunto del sistema de 35.000 millones de euros (los 15.000 millones ya utilizados más otros 20.000 millones), una cifra algo superior a la expectativa del Banco de España, y estas previsiones ya están incluidas en nuestros ratings.
P. Ante un escenario de calificaciones a la baja, ¿está en riesgo la triple A del BCE?
R. Para que el BCE empezara a registrar pérdidas por la colateralización de la deuda soberana tendría que haber una quita superior al 50% en el caso de Grecia, pero ni siquiera eso sería un problema. Lo sería si empiezan a entrar otros, si el contagio se acelera más de lo que pensamos, si afecta a Irlanda. No es nuestro escenario central, es una probabilidad muy remota, pero en ese caso tendríamos que evaluar el posible impacto en el rating del BCE.
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