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Elecciones municipales y forales

Txarli Prieto cruza los dedos

El PSE lucha contra los pronósticos que le arrebatan la alcaldía de Vitoria a Lazcoz y dejan la Diputación al PNV - Álava, el espejo de los futuos pactos

"Hace cuatro años había 8.000 parados en Vitoria. Hoy, 18.000". Un socialista alavés es quien aporta este dato, que inmediatamente traduce en 10.000 "cabreados" más que "posiblemente vayan a castigar a Lazcoz sin que tenga la culpa". Si así fuera, la encendida pugna por la alcaldía de Vitoria ya tendría seguro ganador: Javier Maroto. El PP, por tanto, recuperaría la capital alavesa a las primeras de cambio y, sobre todo, endosaría un duro golpe político al PSE-EE, su principal enemigo.

Para conocer el estado de situación, nada mejor que escuchar cómo hasta el propio lehendakari, Patxi López, se ha visto obligado a recuperar en los últimos días de esta campaña en Vitoria la manida amenaza de que "viene la derecha", situando así perfectamente al enemigo. Lo ha hecho porque conoce mejor que nadie el fundado riesgo de perder mañana la plaza. A Txarli Prieto, líder de los socialistas alaveses, le ocurre lo mismo. En este caso, sin embargo, no tiene que hacer ningún esfuerzo cuando se trata de advertir sobre los peligros que entraña la derecha: va en sus genes políticos. Otra cosa bien distinta es que, en realidad, Prieto está preocupado porque no le salen los números. De hecho, ha depositado su confianza, y con él todos los socialistas, en que la previsible alta abstención disminuya para que así Patxi Lazcoz se salve in extremis de la debacle que supondría perder la alcaldía, paradójicamente cuando la empezaba a disfrutar.

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Por extrañas razones sociológicas, en cuestión de urnas, Vitoria es el alma gemela de Madrid. Hasta ahora, nunca ha fallado. Quizá por eso, ante semejante precedente tan amenazador, y conscientes de que el PP juega el 22-M a favor de la ola, el PSE-EE se teme lo peor. Eso sí, creen que sería "demasiado castigo" para Lazcoz, aunque los populares, que no han escatimado decibelios en la intensidad de su aguerrida oposición desde que vieron cómo Alfonso Alonso era descabalgado, sostienen que "se han perdido cuatro años y cada día hay más paro".

En el día previo a las votaciones, el panorama resulta poco alentador para el PSE alavés, que se ve demasiado relegado en las apuestas por hacerse con la Diputación. Hay quien, incluso, en círculos socialistas, es capaz de metabolizar el previsible triunfo del PNV al entender que "Agirre ha sabido desmarcarse bien desde el primer día de la corrupción de De Miguel y luego se ha trabajado el puesto". Es por ello que Prieto, tercero en discordia en la carrera a diputado general, ve reducida su función a controlar cómo se presenta el cruce de pactos en Euskadi a partir de los resultados de mañana. Álava y Guipúzcoa podrían estar condenadas a mirarse de reojo en función de los intereses de PNV, PSE y PP. Y es entonces donde nadie se atreve a jugar azul o colorao. Hace cuatro años, el PNV perdió en ambos territorios y, sin embargo, el diputado general es suyo.

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