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Elecciones municipales y autonómicas | Balance de campaña
Columna
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La marca Madrid

Hay formas distintas de afrontar una crisis. Los hay resignados que esperan estoicos a que escampe y quienes por el contrario buscan incesantes las salidas. Madrid ha demostrado su vitalidad económica en las circunstancias más difíciles y debemos incorporar a nuestra reflexión de hoy que, salga quien salga de las urnas, ha de buscar las ventanas de oportunidad que siempre se abren en situaciones así. Sea en la Comunidad o en los Ayuntamientos, quienes gobiernen deben reconocer de igual forma aquello en lo que somos competitivos y en lo que no.

El tiempo de mantener negocios artificialmente ha pasado. A unos les toca reinventarse y a otros fortalecer aún más todo eso en lo que nos revelamos fuertes. Ejemplo paradigmático de esto último es el sector turístico que, si a nivel nacional ha dado algunas de las pocas satisfacciones en nuestras más recientes cifras macro, en Madrid resultan aún más interesantes.

Nuestra región logra el mayor gasto por turista y día: 152 euros frente a 97 de la media nacional

El turismo es el petróleo de España, una fuente constante y estable de divisas que suma el 11% de nuestro producto interior bruto y proporciona trabajo a casi el 15% de la población activa entre empleo directo y la interacción con otras muchas actividades económicas. Ser el primer destino de vacaciones del planeta, el segundo que más ingresa y el cuarto más visitado en términos generales, debería despejar cualquier victimismo o cuando menos disuadirnos de que no somos el culo del mundo. En el último año casi 53 millones de personas decidieron venir a España a pesar del castigo que soporta nuestra marca por ahí fuera y todo parece indicar que este año serán más. Eso a nivel nacional, porque, si nos detenemos en las cifras de Madrid, las expectativas son especialmente halagüeñas. En Semana Santa fue la única Comunidad de España que alcanzó el cien por cien de ocupación hotelera.

A esta región que, por razones obvias, no vende ni sol ni playa, vinieron el año pasado casi 10 millones de visitantes que realizaron 14 millones de pernoctaciones, lo que supuso un incremento del 12%, casi el doble del registrado en todo el país. El dato cobra aún más relevancia si tenemos en cuenta que nuestra región es la que logra un mayor gasto por turista y día que asciende a 152 euros frente a los 97 de la media nacional. Estos indicadores permiten entender que, en plena "tormenta perfecta" del paro, el empleo en el sector turístico de nuestra región haya crecido más de un 7% en el primer trimestre proporcionando trabajo a cerca de 400.000 personas. Todo esto no ocurre por casualidad; a la magnífica oferta de ocio, deporte, comercio, restauración y cultura se une la profesionalidad del sector hotelero madrileño que en los malos tiempos ha sabido aquilatar precios para mantener viva la gallina de los huevos de oro.

Madrid ha sido además tocada por la varita mágica de las compañías aéreas de bajo coste hasta el punto de incrementar en un 26% el número de pasajeros por esta vía de transporte. Otro tanto prometen los nuevos trazados de alta velocidad ferroviaria como el AVE a Valencia capaz de poner a los pasajeros de grandes cruceros mediterráneos a solo hora y media del Museo del Prado. El sector responde frente a viento y marea y a pesar de la falta de pegada exhibida últimamente por la Administración regional en este campo. La crisis puede justificar los recortes en promoción pero no la ausencia de ideas y esfuerzos de coordinación que mantienen desarticuladas ofertas potencialmente prometedoras como el turismo rural.

La desactivación y posterior marcha del anterior director general de turismo ha reducido las iniciativas a la mínima expresión. Al mando ha de haber profesionales capaces de optimizar recursos, orquestar el trabajo con las Administraciones locales y transmitir al turismo interior y extranjero la mejor y más atractiva imagen de Madrid. Si la marca España mantiene todo su potencial de liderazgo en el sector turístico, la de Madrid es una mina con muchos filones aún por explotar.

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