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Elecciones municipales y autonómicas | Los mítines

Rajoy echa el resto en Castilla-La Mancha convencido de un éxito total

Solo una carambola en Guadalajara podría arrebatar el triunfo soñado

Toda una vida temiendo a las campañas electorales, la especialidad del PSOE, según se decía siempre en el PP, y al final llegó y todo salió bien. O casi todo, porque el imprevisto de las protestas de los indignados trastocó un diseño de campaña sin sobresaltos, noticias o grandes titulares, a la medida de Mariano Rajoy, que esta vez sí, todo el PP considera un éxito.

El PP cerró ayer en un ambiente de euforia total en el Palacio de los Deportes de Madrid la que puede ser la antesala del mayor éxito político de Mariano Rajoy desde que, en septiembre de 2003, José María Aznar le designara como su sucesor.

En el camino ha habido muy malas noticias -dos derrotas en generales, crisis internas, ruptura en Navarra y Asturias, escándalos de corrupción, debilidad del liderazgo- y algunas buenas -victoria en Galicia, pacto en el País Vasco, buenos resultados en Cataluña, encuestas prometedoras- pero nada comparable a lo que el PP cree que va a pasar el domingo: el final del poder territorial del PSOE, previo a una derrota en Andalucía y en las generales de 2012 que abriría paso a una hegemonía total del PP sin oposición autonómica, al contrario de lo que le ha sucedido a José Luis Rodríguez Zapatero -y antes a Aznar-, que siempre tuvieron enfrente a comunidades relevantes con barones poderosos y mediáticos -Zapatero, Madrid y la Comunidad Valenciana; Aznar, Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura-.

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Solo una carambola de última hora, que sus tracking diarios no detectan, podría aguar la fiesta a Rajoy a su equipo de fieles barones autonómicos -poco a poco ha cambiado a la mayoría y ya controla prácticamente todo el partido salvo Madrid-. Una movilización inesperada de la izquierda en Guadalajara, la provincia clave de Castilla-La Mancha, podría arrebatar a María Dolores de Cospedal la victoria que ayer se daba por segura.

Tanto Rajoy como Cospedal tienen preparada una excusa por si eso sucediera: la Ley Electoral que cambió José María Barreda y que puede provocar que Cospedal gane en votos pero no en escaños. Pero la apuesta ha sido tan fuerte, con todo el partido volcado, que eso solo valdría para los muy convencidos. Así que Rajoy echó ayer el resto en Castilla-La Mancha con dos mítines, uno en Ciudad Real y otro en Guadalajara.

Cospedal está peor valorada que José María Barreda, pero la ola anti-PSOE después de los recortes, empuja al PP regional. Tan evidente es este proceso, que ayer en Ciudad Real, Rajoy tuvo que frenar al público. Habló de la mala gestión de Barreda: "Estoy aquí porque Castilla-La Mancha necesita un cambio, porque las cosas se han hecho mal". Y la gente gritó "Zapatero, dimisión", hasta que el líder ajustó el tiro: "Sí, pero antes de eso los castellano-manchegos van a hacer dimitir a otro", en referencia a Barreda.

Después, Rajoy cerró la campaña en el mayor acto de todos, incluso por encima del de la plaza de Toros de Valencia. Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón aprovecharon su cierre en el Palacio de los Deportes ante unas 16.000 personas para pedir el voto por el cambio -ambos llevan ocho años gobernando-, pero no en Madrid, sino en La Moncloa.

Tanto ellos como Rajoy dieron respuesta a los indignados, a los que califican de antisistema. Rajoy pidió votar al PP como "gran fiesta de la democracia". "Esto es democracia, y no lo de Sol", gritaba el público. "El PP se compromete con nuestro sistema, en el que cada hombre tiene un voto y una voz más alta que otra no significa más capacidad de decisión", llegó a decir Gallardón. "Indignados estamos muchísimos millones de españoles por tanta indignidad de este Gobierno", dijo Aguirre. Mientras, a un par de kilómetros de allí, en la Puerta del Sol, los manifestantes seguían clamando por una "democracia real" y más participativa.

Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, en el cierre de campaña del PP en Guadalajara.
Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, en el cierre de campaña del PP en Guadalajara.GORKA LEJARCEGI

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