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Crítica:Antonio Di Benedetto - Trilogía de la espera Zama / Los suicidas / El silenciero | 70ª FERIA DEL LIBRO DE MADRID | NARRATIVA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Desacuerdo silencioso con el mundo

J. Ernesto Ayala-Dip

En los años ochenta se publicó en nuestro país Zama, la novela de un escritor argentino casi desconocido. Se trataba de Antonio Di Benedetto. Su publicación (por la editorial Planeta en una colección dedicada a la novela latinoamericana) pasó sin pena ni gloria. Su autor, que había nacido en la provincia de Mendoza en 1922, estuvo en España casi al final de su vida. Con una salud (física y psicológica) muy maltrecha a causa de las torturas que sufrió durante la dictadura de Videla, su vida se apagó en 1986. Ahora se nos brinda la oportunidad de saldar la inmensa deuda que los lectores españoles tienen con la obra de Di Benedetto. Tres son las novelas que se editan. Blindadas con un prólogo de Juan José Saer y un epílogo de Sergio Chejfec, salen al público con el título de Trilogía de la espera. En realidad las novelas que conforman esta trilogía se publicaron por separado y en distintos años: Zama en 1956, El silenciero en 1964 y Los suicidas en 1969. Sabemos que el título originario de Zama iba a ser Espera en medio de la tierra. Saer y Chejfec coinciden en la relevancia casi irrepetible en la manera de novelar de Di Benedetto. Y, sobre todo, coinciden en diagnosticar una escritura que aparece en el escenario de la novela argentina como un idioma narrativo distinto, sin genealogía, apátrida.

Trilogía de la espera Zama / Los suicidas / El silenciero

Antonio Di Benedetto

Prólogo de Juan José Saer

Epílogo de Sergio Chejfec

El Aleph. Barcelona, 2011

503 páginas. 25 euros

Juan José Saer y Sergio Chejfec coinciden en la relevancia casi irrepetible en la manera de novelar de Di Benedetto

De Zama se podría decir que es la novela que describe la decadencia de un imperio: el español en la América del Sur (Paraguay). También se podría agregar que su protagonista y narrador es un funcionario que espera su paga y mientras llega, para entretenerse, se entrega a algunos juegos eróticos. Si se tratara de tal novela, estaríamos ante un pastiche de novela licenciosa del siglo dieciocho. Zama con hacer referencia a algunos de estos asuntos argumentales, nada tiene que ver con ello. Esta es la novela de un funcionario que espera una paga, sí, pero fundamentalmente que espera. (En Perder teorías, Enrique Vila-Matas defiende la idea de que todos los libros de Julien Gracq son metáforas de la espera. Tampoco hay que olvidar que uno de los textos capitales de la búsqueda del ser argentino se titula El hombre que está solo y espera, de Scalabrini Ortiz). El letrado Diego de Zama, al servicio de la Corona española, está instalado en su larga espera como los personajes de Dino Buzzati lo están a la espera de un invasor que nunca llega. Quiero decir con ello que están descritos con una lengua literaria desafectada, ajena a la expresividad, sólo atenta a dibujar un absurdo, un desacuerdo silencioso con el mundo. En Zama no falta la marca kafkiana, ese oscuro funcionario llamado Manuel Fernández que escribe una obra ignota a hurtadillas. Las dos novelas restantes son una resultante de aquella. Lo son en su fundamento filosófico y en su estructura estilística. El silenciero es el relato de un hombre que espera un silencio definitivo, y Los suicidas, amén de una historia ontológica del suicido, es la espera de una conciencia de estirpe camusiana que en el último instante de su contrato con la nada se rebela contra ella. La Trilogía de la espera es una luminosa endecha a la herida de todos los desarraigos. Y una obra mayor contra el dispendio de las palabras.

<i>Calle Suipacha esquina avenida Presidente Roque Sáenz Peña</i> (1936), Buenos Aires, foto de Horacio Coppola.
Calle Suipacha esquina avenida Presidente Roque Sáenz Peña (1936), Buenos Aires, foto de Horacio Coppola.

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