"Barcelona necesita nuevos iconos más allá de Gaudí"
En plaza de Catalunya, acabado el itinerario con Jordi Portabella, pueden verse dos gigantescos anuncios publicitarios, uno de dos pebrots blaugranas y el otro, al lado, de un gorila con el lema "encara creus que les bèsties no estimen? ". Como para no creer en la sincronicidad junguiana: Joan Laporta y los animales son dos temas insoslayables con el candidato de Unitat per Barcelona. En un descanso del paseo se ha tomado una Coca-Cola, una normal nada de light ni zero: se lo puede permitir, dice, se ha adelgazado. Opina que su buena presencia le favorece pero también lo contrario, en última instancia, zanja, el efecto "se neutraliza". Está animado pese a las encuestas ominosas -"estoy vacunado, acostumbrado a que no nos lo acierten"-. Comunicador y simpático aunque sin prescindir de su estilo chulapo y su inveterada tendencia a gustarse ("conozco Montaigne al dedillo, Spinoza bastante", vaya).
"Con Laporta nos llevamos bien. Está aprendiendo a hacer política"
"No apoyo un zoo marítimo destinado a convertirse en parque temático"
"Me pone nervioso que se arrojen los chicles a la acera. Es asqueroso"
"¿Ha de decidir un guardia urbano si es sancionable un top?"
"Cuando voy por la ciudad acostumbro a ir fijándome en cosas por deformación profesional, veo cómo están los cableados eléctricos, las farolas". Es cierto, va mirando todo eso. Y los chicles en el suelo, que son muy poco smart. "Se ha perdido afortunadamente el hábito de escupir, pero me pone de los nervios lo de los chicles, es asqueroso. ¿Sabes lo que cuesta sacarlos?". Habla del respeto al espacio público. "Sentirlo tuyo es lo que da el civismo". De ahí pasa a la necesidad de un plan de renovación integral de La Rambla, que ha de ser, sostiene, "la calle de referencia de la Barcelona del siglo XXI", donde la ciudad muestre su cara más moderna e innovadora.
"En términos generales me gusta Barcelona", dice parafraseando, imagino que sin proponérselo, a Hereu; "por la combinación de luz, clima, aceras suficientes; me molesta, en cambio, la contaminación atmosférica, insufrible, y la acústica, que no para de crecer". Barcelona es una ciudad de motos. "Sí, una de nuestras ideas es hacer un Bicing de motos eléctricas, 200 en cuatro años". El candidato pasa con celeridad de lo pequeño a lo grande, de lo concreto a lo abstracto, de la sexta hora al ecosistema innovador.
"Soy el único que ha estado en el Gobierno y la oposición, tengo un discurso muy matizado, y muy libre. ¿Los okupas?, ellos mismos se han ido desprestigiando, han perdido muchas simpatías, entre ellas las mías. ¿La Guardia Urbana?, han de mostrarse como servidores públicos y la inmensa mayoría lo hace así. Reciben mucha presión, antes había más consenso social sobre lo que era punible o no. Ahora ha de intervenir en temas de mucha subjetividad: ¿ha de decidir un guardia en una arbitrariedad de tal magnitud como el tamaño de un top?". Opina que Barcelona necesita nuevos iconos, más allá de Gaudí . "Hay que generarlos fuera del Eixample y Ciutat Vella. Eso permitirá descentralizar el turismo".
Le digo al candidato que ardo en deseos de preguntarle por Susy, pero que todo el mundo me ha dicho que le pregunte por Laporta. "Sí, no sé qué pasa con Laporta. Despierta pasiones, a favor o en contra. La parte negativa es que mucha gente le quiere meter el dedo en el ojo. Pero nosotros acabaremos los cuatro años con toda tranquilidad. Nos llevamos bien. Es de la broma, muy divertido. Está aprendiendo a hacer política. 'Te disputará el liderazgo', dicen. No hay riesgo, habla bien de mí siempre. Estamos cómodos".
En el Raval, con su abigarrado repertorio de viandantes, comenta: "Los dos retos de la humanidad del siglo XXI son aprender a vivir en la diversidad, y la sostenibilidad". Señala que la zona es muy agradable y estalla: "¡Estoy harto de la gente que busca conflicto donde no lo hay! La base del racismo está en extrapolar el comportamiento de un individuo a toda una comunidad". En el tema económico es fundamental en su discurso el concepto de "reindustrialización", que nos sacará, asegura, de la crisis y recuperará 50.000 puestos de trabajo en cuatro años. Se siente cómodo con la economía, como con la ciencia -"biomedicina", "bioesfera"-, bueno, como con todo, incluso con Rilke (afirma leer un poema cada día, de ese y cualquier otro poeta que le caiga en las manos). "Aquí sabemos hacer industria, y poseemos unos valores asociados, esfuerzo, trabajo, riesgo. Nos hemos espabilado siempre. Tenemos el doble de iniciativa que Nueva York. Somos alguien emprendiendo". Cuando dice que los 50.000 y el crecimiento del 1,14 no es "bufar núvols" le pregunto si es una expresión de su libro de frases hechas barcelonesas Històries de Can Fanga. Sonríe. No. Pero explica el curioso significado de "una de cal déu".
Su sintonía con Montaigne incluye que el autor de los Ensayos "era un animalista como yo". Propugna un zoo terrestre especializado en las 40 especies catalanas en peligro de extinción. Y que el marino sea con animales libres (como las garcetas) o directamente virtual (!). "No estoy dispuesto a crear un zoo marino de 300 millones de euros que tiene el aspecto de irse a convertir en un parque temático". Susy, en fin. "No es tolerable tenerla en el zoo. Hay que llevarla a un sitio donde disfrute la vida social que los elefantes requieren. Hay muy poco respeto a los mamíferos superiores".
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