La peligrosa peripecia del peatón
El arquitecto Marcos Montes reivindica calles con más fuentes, sombra y bancos
El espacio público: nos movemos por él constantemente, muchas veces sin reparar en los motivos por los que es como es y no de otra manera. En esta soleada mañana madrileña, mientras los ajetreados ciudadanos van de un lado a otro, paseamos con el arquitecto Marcos Montes por las zonas peatonalizadas del centro y nos explica algunas cosas: "De este trayecto", dice cuando enfilamos la peatonalizada calle Fuencarral, "podemos decir que es una buena actuación, no lo vamos a negar, pero se puede criticar: la calidad para el tránsito es buena, pero no para la estancia. No se han previsto lugares para estar más allá de las terrazas o los espacios comerciales, está muy mercantilizado. Para beber hay que comprar una botella de agua (no hay fuentes), para sentarse hay que pagar un café en una terraza".
"El recorrido del carril-bici debe ser a costa de la calzada, no de las aceras"
"Pedimos zonas para la estancia, el juego y, sobre todo, para mayores y niños"
"No se han previsto áreas para estar más allá de las terrazas y centros comerciales"
"Criminalizar al peatón por los atropellos es un argumento perverso"
Montes es el presidente de la asociación de viandantes A Pie, que lucha por los que utilizamos las extremidades inferiores para desplazarnos en un mundo lleno de ruedas. "Defendemos los derechos de los peatones, la habitabilidad de la ciudad, la calidad del espacio público no solo como un mero espacio para el tránsito sino como un espacio de relación social, para la estancia, para el juego, con especial atención a los más vulnerables: los mayores y los niños", explica. La asociación se refiere a estos espacios peatonalizados del centro como "reservas indias": "Estas operaciones no tienen una visión global sobre el espacio urbano y la movilidad en general. Hay una tendencia en Europa de peatonalización de zonas céntricas, de zonas muy comerciales, pero no se ha previsto una red de itinerarios que las relacione entre sí, aunque a veces se puede establecer una continuidad. No se ha pensado qué necesidades tiene una persona que se desplaza a pie en una ciudad calurosa como esta: faltan fuentes, árboles, sombra, bancos".
Llegamos a la Gran Vía y nos topamos con un continuo caudal de ruidosos coches para arriba y para abajo. "Llevamos años inmersos en una cultura del coche en la que no se le han dado más que facilidades a nivel urbanístico, económico, de aparcamiento, de inversión pública, de mejora de infraestructuras. Seguimos sufriendo un poco la fascinación por el vehículo privado como forma de libertad, cuando, desde luego, eso no tiene nada que ver. Al fin y al cabo, en coche siempre necesitas una carretera y una gasolinera cerca. A pie tienes más libertad", opina el arquitecto. Es curioso, ¿han tratado ustedes de salir de la ciudad caminando? Pues no es nada fácil: "Nos costaba encontrar salidas por según qué zonas, las carreteras alrededor de Madrid nos han ido dejando un poco encerrados. Pero las hay, existen vericuetos para sortearlas. Nos pueden poner muchos obstáculos, pero los peatones siempre encontramos formas de pasar. Por eso algunos piensan que no nos molestan cuando aparcan un coche encima de la acera y tenemos que sortearlo pasando junto a la pared".
Una bicicleta pasa a toda velocidad a nuestro lado, esquivando a los viandantes, cuando bajamos la siempre populosa calle Montera. No hace mucho la Dirección General de Tráfico anunció que permitirá circular a las bicis por las aceras de más de tres metros, que hasta ahora prohibía. "Con la situación en la que está el peatón no nos parece aceptable introducir ningún artículo que contribuya a crear la cultura de que las aceras sirven para cualquier cosa. Por supuesto que estamos a favor de la bici, y no compartimos la imagen que los medios han querido dar de enfrentamiento entre peatones y ciclistas. Pero su mirada debería estar puesta en la calzada. No digo que tengan que ir junto a los coches: habría que hacer un espacio segregado que se saque de la calzada, no de las aceras".
Cruzamos la Puerta del Sol y seguimos por la calle Arenal, siguiendo el eje peatonal, donde tenemos que dejar paso a un vehículo. "La tendencia de los medios y la Administración", explica Montes, "es criminalizar al peatón como causante mayoritario de los atropellos y creo que es un argumento muy perverso. Se están olvidando de las circunstancias en las que se desarrolla la movilidad peatonal, las cosas que tiene que hacer un viandante para poder moverse por la ciudad. Si tuviese que cumplir las ordenanzas rigurosamente tendría que hacer itinerarios inverosímiles, irracionales. Las calles no están diseñadas para nosotros. Resulta muy fácil incurrir en una irregularidad y que eso resulte en un accidente. Haciendo el análisis simplista la culpa recaerá sobre el peatón. Hay que entender que aquí el que tiene capacidad de hacer daño es el que está al volante de una máquina de 1.000 kilos a grandes velocidades, que es muy agresiva para el medio".
Montes ya no tiene coche, vive en el barrio de Estrecho, en una zona muy peatonal, cerca de su estudio. "No estamos contra el coche de una manera cerril, sino a favor de un uso responsable. De hecho yo creo que las posturas de no al coche lo único que generan son dinámicas muy negativas, porque la gente se siente juzgada. Yo lo utilizaba sin sentido, decidí prescindir de él y me he arreglado la vida para no necesitarlo".
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