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Elecciones municipales

El alcalde de Oímbra admite que censó a 27 inmigrantes en su casa

"Unos van y otros vienen", alega el regidor sobre las altas masivas para votar

En Oímbra (1.500 residentes habituales), el ayuntamiento ourensano de la comarca de Monterrei que ha visto cómo se ha disparado su censo electoral con casi 200 extranjeros empadronados antes de las municipales, solo hay silencio, viñedos, plantaciones de pimientos y un par de jubilados por las calles. Ni rastro de los casi dos centenares de inmigrantes, en su mayoría portugueses, que figuran censados y hacinados en grupos de hasta más de 20 personas en un puñado de viviendas.La casa en la que se está censado el mayor número de extranjeros sin parentesco -no coinciden los apellidos- ocupa el número 6 de la Rúa dos Pateiros y está cerrada a cal y canto. Ni asomo, siquiera, de la actividad comercial que anuncia el desvencijado letrero de la Peluquería Lina. En este domicilio están empadronados 27 inmigrantes. Y la vivienda es del alcalde.

En el pueblo nadie quiere dar su nombre: "Nos traería problemas"

Los escasos vecinos que a media mañana transitan por las calles de este tranquilo pueblo del valle de Monterrei fronterizo con Portugal muestran extrañeza cuando se les pregunta por los inmigrantes. "Aquí no hay extranjeros; aquí hay unos ocho o diez portugueses que vienen de vez en cuando a trabajar las viñas. También hay portugueses que se casaron con vecinos del pueblo y que llevan ya más de 30 años" en Oímbra, coinciden en señalar, uno a uno, los habitantes consultados.

El alcalde, Alfonso Villarino, del PP y baltarista, reconoce que la vivienda de la Rúa dos Pateiros en la que están empadronados 27 inmigrantes es de "un familiar" que, acaba precisando, es su esposa. También matiza que no tiene a los inquilinos hacinados. Y lo explica. Sostiene que la vivienda de Os Pateiros no está deshabitada y que aunque figuren censadas en ella 27 personas sin parentesco familiar entre sí ni con él es porque "unos van y otros vienen; no coinciden todos ahí". Los vecinos del pueblo sostienen que la casa lleva "un par de años" vacía. "Antes vivía una pareja", señalan.

El alcalde, jubilado de banca con más de 30 años al frente de la alcaldía -sin dedicación exclusiva, lo que le permite compaginar la pensión con las dietas más altas de Galicia por asistencia a plenos y juntas de gobierno que él mismo se fijó- se juega mucho en estos comicios locales, ya que aspira a pasarle el poder en Oímbra a un miembro de su familia.

El alcalde y candidato a la reelección por el Partido Popular lleva en estas municipales como fichaje estrella, en el número dos de la lista, a su hija Ana. La joven comienza de esta forma su carrera política con vistas a suceder a su progenitor en la gestión municipal. El domingo podrán apuntalar en el poder a la familia Villarino 192 vecinos más de los que habitualmente residen en el pueblo: esos inmigrantes que ocupan en decenas las viviendas de Oímbra y que nadie conoce en el municipio.

El alcalde y candidato a la reelección puntualiza también este dato. "No todos los extranjeros que están censados van a votar". Argumenta Villarino que "muchos se empadronan, pero después no quieren ejercer el derecho a voto". Él calcula que de los casi 200 empadronados extranjeros renunciará "en torno a un 50%" a la cita con las urnas para su reelección y la de su hija este domingo.

El alcalde asegura que la de la Rúa dos Pateiros es la única vivienda de su propiedad -de su mujer- en la que hay casi 30 nuevos censados. "En mi domicilio habitual solo figuro yo con mi familia", puntualiza. Y asegura que desconoce de quién son el resto de las viviendas en las que han aparecido grandes grupos de extranjeros domiciliados. No le consta que estén empleados en el municipio más que "temporalmente".

Su inmueble de la Rúa dos Pateiros es el que más extranjeros acumula. El resto de las viviendas entre las que se distribuyen los casi 200 recién censados se reparten entre las calles Vilarello (17 censados), Canta a Rá (15 inmigrantes), Carreira (ocho nuevos inqulinos) y otras más en donde los portugueses censados se acumulan ya en grupos más pequeños, de cinco o seis personas. Salvo en el centro escolar, donde figura la vivienda de uno de estos nuevos inmigrantes con derecho a voto. En los ayuntamientos ourensanos de similar población a Oímbra y limítrofes igualmente con Portugal, los extranjeros empadronados apenas sobrepasan la decena.

De la vivienda de la esposa del alcalde en la que están censados los inmigrantes cuelga el carte de la Peluquería Lina que, sin visos de actividad empresarial, es uno de los pocos negocios del municipio. En Oímbra no hay empresas. No hay oferta de empleo. "Si la hubiera supongo que nos contratarían a nosotros", comenta un parado mientras se toma un café a la sombra en el bar O Taxi.

Una granja de pollos, dos bares, una carpintería, un tornero, una ferretería, una carnicería y un pequeño aserradero -todos, pequeños negocios familiares, de autónomos- forman el tejido empresarial del municipio al que se han apuntado en aluvión hace unos meses, con alta en el censo, los 192 inmigrantes.

Hasta ahora, a Alfonso Villarino le sobraban los votos. Lleva tres décadas largas gobernando el municipio con una mayoría impenetrable para la oposición. "Tengo seis de nueve", resuelve la ecuación de su poder el regidor poniendo en evidencia la dificultad de socialistas (dos concejales) y nacionalistas (uno) por encontrar mayor respaldo vecinal.

De su poder municipal deja constancia el bronce clavado en la entrada a la Casa Consistorial con la leyenda "Este edificio fue rehabilitado por Alfonso Villarino, alcalde de Oímbra". En el pueblo, nadie quiere dar su nombre ni salir en las fotos. "Ni hablar. Eso solo nos traería problemas", se echan atrás los vecinos convencidos de que el alcalde Villarino seguirá gobernando holgadamente.

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