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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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Cartas a los electores

Los electores han recibido con puntualidad en sus domicilios la tarjeta censal que indica el colegio, la sección y la mesa donde deben acudir a depositar sus papeletas. El domingo 22 de mayo abrirán las 60.545 urnas dispuestas en todo el territorio nacional. Que nuestra Administración electoral movilice 181.636 ciudadanos, designados por sorteo como titulares de las mesas, además de otros tantos en calidad de suplentes; que a las ocho de la tarde cierren las urnas; que dos horas más tarde esté escrutado más del 90% de las papeletas y que tengamos resultados fiables, es una prueba de eficiencia ejemplar, muy por delante de países de nuestro entorno donde se demoran días en ofrecerlos.

Algunos discuten si es pertinente enviar papeletas de votación al domicilio

También están recibiendo los electores los envíos que algunos de los partidos remiten por correo, pidiendo el voto e incluyendo las papeletas para ejercerlo con los correspondientes sobres: blanco para las elecciones locales y sepia para las de las Asambleas Parlamentarias, de donde han de salir los gobiernos de los respectivos Ayuntamientos y comunidades autónomas. Se anticipan así los argumentos y las listas para las que se implora el voto. Algunos discuten si es pertinente el envío de papeletas de votación. Consideran que su remisión a los domicilios es impropia. Estiman que puede interferir la libertad en el ejercicio del derecho de sufragio.

Señalan que sería mejor votar en solitario en las cabinas instaladas en los colegios electorales antes de acceder a las urnas. Entienden que así se garantizaría mejor el secreto del que habla la Constitución.

Si habláramos de Madrid -nos falta información suficiente de otros lugares-, podríamos observar una diferencia notable entre el proceder postal del Partido Socialista y el del Partido Popular. Veamos. En el anverso de la propaganda del PP, la vera efigie de su presidente, Mariano Rajoy, quien nos escribe como si hubiéramos de votarle, superpuesto a los verdaderos candidatos que aparecen por detrás. Se aproxima para decirnos que los últimos años están siendo muy difíciles para todos los españoles. Aduce la congelación de las pensiones, las subidas de impuestos como el IVA, de los servicios básicos como el agua y la luz. Y todas esas dificultades las convierte en errores del Gobierno socialista. También hubiera podido mencionar la subida exponencial del IBI; la nueva tasa de basura, a cuya recogida antes daba derecho el anterior recibo; la tasa exorbitante del Canal de Isabel II por disponer de conducción de agua para el servicio contra incendios; el incremento de precios del bonobús y de los transportes públicos; la multiplicación de las multas de circulación, sin más finalidad que la recaudatoria y otros padecimientos.

Otra cosa es que los perjuicios citados traigan causa de los candidatos del PP, que son quienes han venido ejerciendo como regidores en el Ayuntamiento y en la comunidad. Queda por explicar si la congelación de las pensiones contó con el voto de Rajoy o si la subida del IVA era un recurso exigido para la reducción obligada del déficit público, sin que el PP ofreciera alternativa alguna como tampoco lo hizo a la de la subida de la luz. Aceptemos que las mismas expectativas que favorecen a Rajoy empiezan a obligarle. De ahí que más le valiera vigilar a los golfos apandadores que edifican su pedestal decididos a transmutarse en peticionarios y saber que aceptar ciertas ayudas envilece. El reverso de la propaganda que comentamos viene dedicado a los candidatos y da ocasión a Esperanza para reiterar el honor de ser cabeza de lista, y a Alberto Ruiz-Gallardón para subrayar la responsabilidad que afrontamos. Coincidencia de los tres, porque ninguno dice una sola palabra de los planes en los que deberíamos confiar.

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En cuanto a la propaganda madrileña del PSOE, es doble y se ofrece separada. En una hoja está la foto a toda plana de Tomás Gómez, mirándonos desde abajo o hacia arriba; la otra carilla inserta su carta de compromiso con los servicios públicos, aduce su victoria en las primarias socialistas y ofrece un teléfono de contacto y una dirección web. A Jaime Lissavetzky, más contenido, le basta el anverso porque su foto es de menor formato y deja cabida para que clame contra la resignación, propugne el equilibrio, apueste por el empleo, prometa eliminar la tasa de basura y se abstenga de mencionar al PSOE. Continuará.

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