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Columna
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La encrucijada progresista

La palabra encrucijada tiene tres acepciones en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE). Las tres definen con precisión la situación que atraviesan los partidos progresistas valencianos, la batalla entre ellos y las dudas de muchos electores.

Veamos. En su primera acepción, una encrucijada es un "lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos". En este caso, la propia cita electoral en la que se presentan tres formaciones progresistas: el PSPV-PSOE, Compromís y Esquerra Unida. A ese cruce, la vía mayoritaria concurre tras un largo proceso de angostamiento derivado en parte de las estrecheces de la crisis, pero sobre todo, de sus propias carencias internas: el débil liderazgo de Jorge Alarte, su entreguismo (visto bueno a la reclasificación de Mestalla, vacilaciones en el Cabanyal, complacencia con los grandes eventos, pasteleo con la Iglesia, seguidismo del PP en temas como los chiringuitos o el cementerio nuclear...) y la marginación a la que ha sometido a muchos cuadros y dirigentes de su partido (Carmen Alborch, Ricardo Peralta, Ana Noguera, Manuel Mata...). Esquerra Unida, que acudió en las anteriores junto a Compromís, llega esta vez por su propio camino con el impulso que le dan algunas reacciones frente a las reformas de Zapatero. Compromís aparece como una vía más clara que en otras ocasiones, gracias a la impecable labor opositora de sus parlamentarios y a la presencia al frente de su lista municipal de un sólido político como es Joan Ribó.

El segundo significado de encrucijada es "ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien, emboscada, asechanza". En esto ninguna de las tres formaciones se queda manca. El PSPV-PSOE recurre al "voto del miedo", apelando a gritos al "voto útil", mientras, en connivencia con el PP, se ha cuidado muy mucho de no eliminar la antidemocrática barrera del 5% para acceder a las Cortes y así marginar a Esquerra Unida y a Compromís. Paralelamente, Esquerra Unida, como ya hizo con la pinza en tiempos de Anguita, eleva el tono de sus críticas al PSOE hasta el delirio de afirmar que su política es la misma que la del PP. Por su parte, el candidato de Compromís, Enric Morera, ha sido astuto pidiendo el voto a Joan Ignasi Pla y los descontentos del PSPV-PSOE con el pretexto de una entrevista al ex secretario general en el digital L'Informatiu, pero sobre todo a partir de unas declaraciones a Diario de Ibiza del ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, en las que reconocía que la alternativa socialista valenciana "no es suficientemente sólida".

La tercera acepción de encrucijada que da el DRAE, "situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir", define perfectamente el estado en el que se encuentra buena parte del electorado progresista ante estos tres inciertos caminos. No decidirse por ninguno equivale a ensanchar la vía por la que van a llegar los otros, el PP, que no va a ser precisamente por un camino, sino por una tremenda autopista, ciertamente construida por procedimientos no muy ortodoxos y peligrosamente arrolladora.

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