_
_
_
_
La detención del director del FMI

Un reformista al frente para un FMI en crisis

Strauss-Kahn supo insuflar nuevos bríos a un organismo que languidecía

Claudi Pérez

Un charmeur; un encantador de serpientes. Los perfiles al uso de Dominique Strauss-Kahn (DSK) dan cuenta de un seductor incorregible, magnético, que habla un inglés que ni Frank Sinatra y posee un currículo impresionante... Manchado por su dimisión cuando era ministro de Economía del socialista Lionel Jospin por un caso de corrupción, pero esa es otra historia. Eso nunca llegó a ser un freno en su carrera. El gran obstáculo era otro: "Su único problema es su relación con las mujeres. Roza a menudo el acoso sexual, algo muy conocido por los medios de comunicación pero de lo que nadie habla". Un periodista de Libération provocó una enorme escandalera en 2006 por la publicación de esas dos escuetas frases, que a punto estuvieron de costarle una querella por parte de Strauss-Kahn. Un año después, DSK llegó al FMI.

Más información
Strauss-Kahn, acusado de intento de violación

En 2008, Strauss-Kahn fue acusado de nepotismo tras conocerse su relación con Piroska Nagy, economista húngara del Fondo. El FMI lo calificó como "algo lamentable", pero sin sombra de acoso o abuso de autoridad: Nagy se retiró a un lado y a cambio recibió una sabrosa indemnización. El segundo, y puede que definitivo, llega de la mano de una acusación de abuso sexual en Manhattan.

Y, sin embargo, los últimos años de Strauss-Kahn al frente del FMI han sido notables. El Fondo languidecía antes de su llegada y el sucesor de Rodrigo Rato supo insuflarle nuevos bríos: dio un vuelco a la ortodoxia tradicional de la institución y reclamó una salida de la crisis a base de estímulos fiscales. Aun hoy no deja de sorprender: hace unas semanas el FMI se declaró a favor de los controles de capitales en los países emergentes, algo que hace solo unos años hubiera sido una suerte de anatema.

Strauss-Kahn despliega una energía arrolladora en Washington, en el G-20 y en los centenares de reuniones al más alto nivel a los que acude en cualquier lugar del mundo en el que la crisis haga acto de presencia. En sus ruedas de prensa hay siempre respuestas ágiles, risas, ingenio y también enjundia y buenos argumentos. Hábil con la prensa -a veces demasiado- y en los despachos, ha sabido atraerse a su causa a instituciones más heterodoxas, como la Organización Internacional del Trabajo, para darle un marchamo más social al Fondo. Y ha sabido adaptarse al cambio de guardia en la economía mundial, con la pujanza irresistible de los países emergentes en medio de lo que él mismo define como "una crisis de opulencia, una crisis de ricos", al otorgar a China y otros países en desarrollo un mayor peso en el consejo ejecutivo de la institución.

"El paro es una demostración en carne propia de la violencia del capitalismo". "Se confirma la ley del cinismo de la economía: privatización de los beneficios, socialización de las pérdidas; hay que reformar el sistema financiero internacional". Strauss-Kahn soltaba esas cargas de profundidad mirando al periodista a los ojos, desafiante, y luego sabía distender la conversación con un requiebro bienhumorado. No hace tanto se vendían en los puestos de souvenirs de Washington camisetas con el lema Yes, he Kahn, que con el último escándalo sexual tal vez algún avispado negativice. El director gerente del Fondo parece dispuesto a luchar hasta el final. Puede que una vez baje la marea -puede que incluso antes- el blog de su esposa, Anne Sinclair, dispare el número de visitas a la espera de algo de carnaza: hace un par de años ya hizo una declaración a lo Hillary Clinton cuando el escándalo Lewinsky. Sinclair, su tercera mujer, abandonó un exitoso programa de entrevistas con políticos y famosos -con más de 10 millones de espectadores- "para evitar conflictos de interés" cuando DSK fue nombrado ministro de Economía, en 1997. De momento, en esa bitácora hay solo una entrada antigua, del 12 de mayo, bajo una fotografía en la que despunta el azul inquieto de sus ojos claros.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_